Intersecciones en Comunicación

ISSN 1515-2332 (versión impresa)

ISSN 2250-4184 (versión On-line)

Intersecciones en Comunicación.  n.4 Olavarría ene./dic. 2010

La mirada como oficio: condiciones  y desafíos  del observatorio de comunicación y ciudadanía

María Liliana Córdoba•y Susana María Morales

María Liliana Córdoba. Especialista  en Investigación  de la Comunicación. Docente investigadora, integrante del Observatorio de Comu- nicación y Ciudadanía. UNC-CONICET.

Susana María Morales. Especialista en Investigación de la Comu- nicación. Docente investigadora, integrante del Observatorio de Comunicación y Ciuda- danía.  UNC-CONICET. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Recibido:  17/05/10

Aceptado:  30/08/10

RESUMEN

En este artículo se presentarán los resultados  de las actividades del Proyecto Los Jóvenes  miran a los medios  desarrolladas por el Observatorio de Comunicación y Ciudadanía del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba.

Este proyecto se desarrolló en un contexto específico, la discusión y posterior presentación al Congreso de la Nación del Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que puso de relieve una situación inédita: el debate público sobre los medios masivos de comunicación. Estos medios que tienen la particularidad de constituir una  zona de la vida social que mientras  tiene una  presencia  per- manente  y rutinaria en la vida cotidiana,  constituye a la vez uno de los ámbitos de profundo desconocimiento  por parte de la población respecto de sus formas de regulación y funcionamiento.

Así, frente a un escenario  de enorme  naturalización  del actual sistema  mediático  este proyecto articuló tres tipos de actividades: el monitoreo de medios sobre la discusión previa a la presentación del Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la consulta  ciudadana ¡Tele: cómo te queremos!  sobre la relación de los jóvenes con esos medios y grupos de discusión con jóvenes de colegios secundarios  de la ciudad  de Córdoba, como aportes  a la apropiación  y ampliación  de los derechos  a la comunicación  y la información frente al actual debate  que existe en nuestro país.

A través de la reflexión en torno a esta experiencia, se presentarán las discusiones  sobre las perspectivas  y fundamentos del Observatorio. La articulación entre comunicación  y ciudadanía  plantea  una serie de condiciones, posibilidades y desafíos, para quienes preten- demos  intervenir en la compleja  relación entre organización social del poder y visibilidad.

Palabras clave: Comunicación – ciudadanía  - medios.

ABSTRACT

WATCHING  AS A TRADE:  THE CONDITIONS  AND CHA- LLENGES POSED BY THE COMMUNICATION AND CITIZENSHIP OBSERVATORY. This article shows the conclusions reached  by the Youngsters watch  media  Project activities conducted  by the Com- munication  and Citizenship Observatory for the Center of Advance Studies, National University of Cordoba.

This project was developed under a specific context; it involved the discussion  of the Bill of Audiovisual Media Services and it sub- sequent  presentation  to the  National Congress,  which highlighted an  unprecedented situation:  a public debate  about  mass  media. The media,  characterized  by the constitution  of a part of the social life, that  is always present  in daily life routine;  the  media  which represents, at the same time, one of the fields that population deep ignore regarding its regulation and functioning.

In this way, witnessing  the  significant legitimacy of the  actual media  system  scenario,  this project drew together  three  types  of activities:  media  monitoring concerning  previous discussions  to the presentation  of the Bill of Audiovisual Media Services; citizen consultation  “TV: how we love ya!” about  youngster’s relationship with the media; and high school discussion groups with teenagers of Cordoba City, being contributions to the appropriation and broaden- ing of communication  and information rights in the current debate existing in our country.

Throughout the study of this experience, discussions are presented about the perspectives and the research grounds of the Study Center.

The articulation between  media and population sets out a series of conditions, possibilities and challenges to those who pretend to take part  in the  complex relationship  between  the  power of the  social organization and visibility.

Keywords: Communication – citizenship – media.

INTRODUCCIÓN

El Observatorio del Programa  de Estudios sobre Comunicación y Ciudadanía  del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional  de Córdoba1   desarrolla  sus  actividades  adecuando los objetivos y actividades  genéricas de los observatorios de medios (el monitoreo mediático y el mapeo de la estructura de propiedad) a una realidad local compleja, en la que se articulan al menos dos procesos. Por un lado, la existencia de profundos niveles de desinformación y desigualdades expresivas, con las consecuencias que ello tiene limi- tando la acción ciudadana, tanto en términos reivindicativos como propositivos; tanto en relación con el control de la gestión guberna- mental como en relación con la participación activa en la deliberación pública y la toma de decisiones.  Por otro lado, la naturalización  del funcionamiento actual del sistema  de medios masivos por parte de la ciudadanía, lo cual exime a los medios de su enorme responsa- bilidad en la configuración de ese escenario  de desigualdades. Por esto, los trabajos  de este Observatorio se han propuesto  desbordar las labores descriptivas de los observatorios generando acciones que buscan  incidir en la reversión de esas  desigualdades expresivas  e informativas en el ámbito local. Los procesos de monitoreo mediático son articulados  con actividades  destinadas a organizaciones  de la sociedad civil, instituciones responsables de formulación de políticas públicas y a los propios medios y sus trabajadores.

El Observatorio comenzó su labor en el contexto de debate sobre la Nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en Argentina2. En el mensaje  inaugural del período ordinario de sesiones del Congreso de la Nación Argentina, en marzo del año 2009, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunciaba el envío del proyecto asegurando:  “Queremos saldar una vieja deuda  de la democracia”. De este modo, y con la consigna Una ley para que hablemos  todos, el gobierno lanzó su campaña de difusión e información pública del proyecto. Tal consigna presupone  un reconocimiento:  que no todos tenemos  las mismas  posibilidades  de hablar,  de decir, de expresar, en el sistema  de medios existente. Y según lo indican nuestras  pro- pias  investigaciones,  esta  no es solo una  creencia  gubernamental sino que también está presente entre ciudadanos y ciudadanas3. Sin embargo, la consigna gubernamental asevera, también,  que una ley permitirá revertir esas desigualdades. Y esta segunda afirmación es la que ha resultado, en cambio, sumamente oscura para la ciudadanía. Los resultados  de las investigaciones realizadas por el Programa de Comunicación y Ciudadanía  ofrecen constataciones empíricas  que favorecen la comprensión de esta situación: junto al reconocimiento, por parte de la ciudadanía, de profundas desigualdades expresivas e informativas en nuestra sociedad, coexiste la naturalización absoluta del funcionamiento del sistema de medios lo cual provoca, entre otras consecuencias, la desresponsabilización de estas instituciones en la configuración de ese mapa de desigualdades. Esta paradoja plantea las adversas  condiciones culturales y políticas a las que se enfrenta cualquier intento de proponer y promulgar una nueva ley que afectará a los medios existentes en tanto ella apuntaba, precisamente, a controlar a aquel poder que quedaba  oculto tras los demás.

El proyecto “Los jóvenes miran a los medios” fue elaborado  y ejecutado  durante  el año 2009 y se propuso,  en ese  contexto,  la realización de distintas actividades que tenían por objetivo ampliar el debate  público en torno al proyecto de Ley de Servicios de Comuni- cación Audiovisual, no en sus aspectos  formales, sino en relación a los temas y problemas de interés general que el mismo aborda. Una ley para que hablemos todos requería ser, desde nuestra perspectiva, una ley de la que hablemos todos. Para ello, se elaboró un conjunto articulado de actividades,  recursos didácticos y materiales de apoyo que emprenden  la temática de los medios masivos de comunicación en la actualidad, su rol como productores  de cultura, su carácter de actores políticos y económicos,  y la importancia de su regulación en un contexto democrático,  para trabajar en escuelas  de nivel medio, públicas y privadas, de la ciudad de Córdoba, Argentina. El proyecto constituye,  en este  sentido,  una  experiencia  de trabajo  en la cual se articulan las tareas  de observación y monitoreo de medios junto con la discusión pública de los derechos  a la comunicación  de los jóvenes, poniendo en común elementos para el debate y recuperando su palabra  sobre su experiencia con los medios.

Fueron realizados  veinticinco talleres  con trescientos  cincuenta jóvenes de escuelas  secundarias de la ciudad de Córdoba, de estra- tos sociales y culturales diversos. Los talleres se realizaron en horas de clase,  con un trabajo conjunto de los docentes  y miembros  del Programa de Comunicación y Ciudadanía.

LOS MEDIOS,  EL PODER, LA MIRADA

En el libro Los media y la modernidad, John Thompson (1998) plantea  que una de las características centrales  de las transforma- ciones de la vida moderna,  tiene que ver con el desarrollo e impacto de los medios  masivos  de comunicación,  que  configurados como instituciones  económicas,  reestructuran la organización  social del poder simbólico. Para este autor, esas transformaciones  no han sido debidamente revisadas para comprender las nuevas formas de acción e interacción en la sociedad  y nuevos modos de ejercer el poder.

En este intento resituar el lugar de los medios en la vida moderna, se distancia  de dos tesis que atraviesan  la teoría filosófica y social actual.  Por un lado, discute la tesis habermasiana sobre la refeuda- lización de la esfera pública vinculada a la actual política mediática y su preocupación  por cultivar un aura personal más que el debate crítico: para Thompson, el desarrollo de los medios ha creado nuevas formas de interacción y visibilidad que alteran el carácter  simbólico de la vida social tan profundamente que cualquier comparación  con las prácticas teatrales feudales es, cuanto menos, superficial. Por otro lado, también discute la tesis foucaultiana sobre la organización del poder en la sociedad  moderna  y su fluctuante  relación entre poder y visibilidad. La sugerencia  de que el panóptico  ofrece un modelo generalizable sobre el ejercicio del poder en las sociedades moder- nas  –sin desconocer  los alcances  y complejidades  respecto  de la creación de sociedades disciplinarias-,  no permitiría reconocer que la comunicación  mediática  establece  una relación entre poder y vi- sibilidad completamente diferente: puede volver visible para muchos información sobre unos pocos, pero a diferencia del antiguo régimen, está separada del hecho de compartir un lugar común y genera un nuevo campo de visión que va más allá de lo cotidiano. Este tipo de propiedad pública creada centralmente por la televisión, modificaría sustancialmente el ejercicio del poder.

Para nosotras,  lo importante  de esta discusión tiene que ver con que habilita problematizar  esta relación entre poder y visibilidad en un contexto como el nuestro, atravesado por profundos debates sobre el lugar de los medios en la vida social que exceden por primera vez los debates académicos. En este sentido, creemos que reflexionar en torno a la experiencia desarrollada  por el Observatorio de Comuni- cación y Ciudadanía, supone no sólo reconocer las transformaciones respecto  de la direccionalidad  de la mirada,  sino sobre todo,  que existe una mirada que mira sin ser vista.

Esta mirada,  fue analizada  siempre desde una perspectiva  de la recepción: en particular, Thompson plantea a la recepción como una actividad, un proceso hermenéutico, situado y rutinario. Sin embargo, para nosotras, junto [más allá] con el reconocimiento de los procesos de recepción, toma cuerpo una discusión vinculada a la ciudadanía y al espacio público: esto es, la necesidad  de situarse  en la tensión entre dos formas de la subjetividad  contemporánea que involucran reconocimientos,  contratos  y aceptaciones, así como reclamos,  rei- vindicaciones y derechos:  la de públicos y la de ciudadanos.

La mirada de los públicos, por un lado, está asociada  a la imposible exterioridad frente a eso que llamamos mediatización.  Una mirada que involucra contratos, rutinas, usos (emocionales, racionales, informativos, etc.),  gustos,  estéticas, modelaciones  culturales.  Por otro lado, la mirada ciudadana hace referencia a la constitución  de sujetos  de acción y reivindicación frente a un poder; en este caso, el poder de representación, nominación  e información del que  se apropian los medios en nuestras  sociedades.

En la tensión que se entabla  entre ambas  miradas,  postulamos, podrán formularse preguntas  de investigación e intervenciones cul- turales/comunicativas que no resulten ajenas  a ninguna de las dos lógicas en tanto y en cuanto  ambas  son constitutivas  de un modo contemporáneo de mirar a los medios.  El ejercicio de derechos  de comunicación  e información frente a los medios  que ya no estará sólo vinculado al control de lo que  se hace  público,  asociado  a aquella concepción que asocia lo público a lo visible. Este ver puede constituir un poder en tanto revela y reconoce el ejercicio de poder de quien está mostrando, un poder que se constituye en su misma negación como tal.

Este tipo de reconocimiento,  creemos,  es central en unas socie- dades  en las que los derechos  a la comunicación,  la expresión y la información -es decir, a hacerse  visible y participar de la configura- ción del espacio  público- han sido apropiados  por unos medios de comunicación que, en tanto empresas económicas esconden su poder al reconocerse sólo como contralor de otros poderes.

Sin embargo,  reconocer,  poner  en común,  poner  en debate  la mirada de aquellos que miran sin ser vistos, y que en esta invisibili- zación son uniformizados y reducidos a meros consumidores, creemos que es parte de la constitución de un ejercicio de ciudadanía  frente a los medios. Ya no sólo vinculada al control de aquello visible, sino ahora, reconociendo como propio el derecho a la comunicación  y la expresión frente a los medios masivos.

LOS JOVENES MIRAN A LOS MEDIOS

El desarrollo del proyecto: entre públicos y ciudadanos

En una primera etapa  -en la que se realizaron trece talleres-,  y partiendo de los resultados del monitoreo4, las actividades estuvieron centradas en construir las posibilidades  mismas  de la discusión en torno a la necesidad de regular el sistema de medios, en tanto el tema no estaba en la agenda pública (ni mediática ni escolar). En términos metodológicos  el desafío era encontrar  puntos  de partida  que  no pusieran el foco en información jurídica que resultaría extraña a los juegos de lenguaje juveniles. Por ello, la metodología diseñada buscó facilitar un proceso de construcción que partiera del reconocimiento de la comunicación  como una práctica constitutiva de sus mundos de vida para recién luego arribar, y desde allí, al reconcomiendo  de los medios  al interior de un sistema  mediático  con determinadas características. Por otro lado,  en términos  metodológicos  también era importante  que los materiales  y dinámicas  propuestas  para  el grupo de discusión tuviesen en cuenta las experiencias, identidades y formas de conocimiento juveniles. Así, el punto de partida elegido fue el reconocimiento de las posibilidades de expresarse en diferentes contextos  y situaciones  cotidianas,  en las que  los jóvenes debían identificar actores y regulaciones que las atraviesan (escuela, familia, medios, calle, entre otras) y expresarlas gráficamente. Luego de esta primera actividad, los jóvenes realizaban en grupos el análisis de una noticia televisiva en función de tópicos específicos: quiénes hablan, quiénes  están  involucrados, quiénes  otros podrían hablar,  qué otra información hace falta para comprender  lo que sucede.  A partir de allí, se proponía la apertura  de un debate  sobre los medios y de su experiencia en torno a ellos, exponiendo los principales fundamentos y contenidos  del proyecto de ley de medios  y resaltando  en cada taller aquellos aspectos que propiciaran una apropiación crítica de los argumentos;  es decir, resaltando  aquellos que estaban  relacionados con las propias experiencias y expectativas  de los jóvenes. Así, por ejemplo, la posibilidad contemplada en la ley de establecer  cuotas de música local en los medios produjo entusiasmo entre los jóvenes que pertenecen  a bandas  de música,  o la posibilidad de acceder  a frecuencias para  instituciones  escolares  interesó  especialmente a aquellos que ya cuentan  con radios escolares,  pero de circuito ce- rrado interno. En todos los casos,  la posibilidad de opinar e incidir desde  el público en los contenidos  de los medios  generó grandes expectativas.

Qué ves cuando me ves: los mirados miran a los miradores

Como primera cuestión relevante de este conjunto de talleres nos interesa  destacar  la necesidad  expresada  por los jóvenes de contar con espacios de discusión en torno a sus consumos  mediáticos.  En particular,  fue significativa la disconformidad y el malestar  expre- sado  por los estudiantes respecto  de los espacios  de expresión y representación  de los jóvenes en los medios.  Hicieron referencia a la ausencia  de su palabra  tanto en la mirada adulta  y disciplinante de los noticieros,  como en muchos  de los programas  juveniles de ficción.  Sin embargo,  este  malestar,  esta  disconformidad  convive, en muchos  casos,  con una  práctica  cultural  de consumo  de esos mismos  medios y/o programas.  Aludiendo a la escasez  o ausencia de ofertas alternativas  o planteando incluso que aún siendo malos esos programas les gustan, el malestar no opera siempre como motor de búsqueda de alternativas.  De todas formas, la dispersión de pro- gramas y canales  que fueron mencionados  por los mismos jóvenes como sus preferidos en la encuesta realizada al finalizar cada taller, impone  una  reflexión y una  profundización  de este  tópico central de la cultura mediática:  los gustos y consumos  como imposición o como construcción  negociada.

Por otro lado, también  fue muy rica y activa la participación  en torno a la cuestión de la regulación de las situaciones de comunicación y el reconocimiento de vulneración de derechos vinculados a la expresión y la comunicación en instituciones formales no mediáticas como la escuela,  donde  una  normatividad  explícita y/o implícita define pautas  y jerarquías del decir, así como legitimidades de unos lenguajes sobre otros.

Por último, interesa remarcar que en la mayoría de los casos los jóvenes no habían  escuchado  hablar  del tema  de la nueva  ley de medios.  En los pocos casos  donde  tenían  información ésta  nunca provenía de medios  masivos  sino de sus  docentes.  El trabajo  de los miembros  del observatorio consistió,  en ese marco,  en brindar información y herramientas de análisis  para  el conocimiento  de la cuestión:  la expresión y la información como derechos  reconocidos por todos los tratados internacionales de Derechos Humanos (DDHH), las frecuencias radioeléctricas como patrimonio de la humanidad, las definiciones antidemocráticas de la ley vigente, las características monopólicas del sistema mediático. En la mayoría de los casos, una vez planteados  esos ejes (con elementos  didácticos de diverso tipo, donde primaban los recursos audiovisuales y gráficos), la cuestión de la monopolización de los medios y la apropiación de la palabra volvía a ser el eje central.  Esto es,  eran los ejes que permitían  construir la necesidad  de intervenir en el actual  escenario  mediático  como condición de posibilidad de ampliar el derecho a la comunicación, la expresión y la información. Los propios jóvenes se organizaron para tomar la palabra sobre el tema: en algunas escuelas  extendieron  la discusión a otros cursos, mediante  charlas y afiches, elaborados por ellos mismos; otros participaron en la construcción de un blog donde publicaron información y argumentos sobre el tema, instando a otros jóvenes a opinar sobre ello.

Sobre miradas y confianzas: Cuando la mentira es la verdad

El segundo grupo de talleres -doce talleres-, se realizó cuando el Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ya había sido elevado al Congreso de la Nación para su tratamiento parlamentario, el espacio público político democrático  que los medios ya no pudieron ignorar. Así, el silenciamiento  dejó lugar a una centralidad del tema en la agenda  mediática  y transformándose, rápidamente, en central también  en la agenda  social. Allí la cuestión asumió las formas de la enunciación  que los propios medios  formularon: “ley mordaza  para el control de medios”, “ley K de censura”,  “ley para controlar a la prensa”. La modificación de este escenario nos planteó el desafío de profundizar la labor a la vez que impuso modificar las metodologías de trabajo. Ahora, la nueva estrategia debía considerar el ingreso de un discurso mediático que, básicamente, solicitaba a los públicos  a acudir  en su defensa  y atacaba a un gobierno que pretendía  atacar  la libertad de todos.  En las radios juveniles podía escucharse por esos días un spot que sentenciaba: “Con la ley de medios K ya no vas a poder escuchar  la música que te gusta” “Pedí un tema ahora que con la Ley de Medios K el gobierno te va a decir qué música tenés que escuchar”.

En este caso, la metodología planteó un abordaje directo e infor- mativo del proyecto de ley, para luego dar espacio  a las preguntas y el debate.  Es interesante  remarcar  que  todas  ellas giraban,  de manera  exclusiva, alrededor  de los tópicos  y opiniones  instaladas por los propios grupos mediáticos  esos  días.  El hecho  de que los medios fueran, al mismo tiempo, el espacio  central de acceso  a la información y parte interesada  en el asunto,  junto a la desconfianza que generó una iniciativa estatal de control, complejizó el escenario y marcó la necesidad  de los jóvenes de contar con más información para tomar una posición. De alguna manera, esa interpelación de los medios a sus públicos para que tomaran posición en el conflicto, que apelaba a dimensiones afectivas y emocionales, abrió el espacio para que otros actores pudieran constituirse como fuentes de información. Lo más interesante de esta segunda etapa se muestra,  entonces,  en esta posibilidad de abrir espacios públicos de información y expresión que resultan problematizadores de experiencias culturales cotidianas y profundamente arraigadas.

También en esta etapa  aparecieron  entre los jóvenes cuestiona- mientos  y argumentos  fuertemente arraigados  en la lógica social neoliberal: la posibilidad de que el Estado intervenga como regulador frente al mercado -incluso el monopólico- era una duda manifestada por algunos jóvenes.

¡Tele: cómo te queremos!

Los jóvenes que participaron de los encuentros completaron tam- bién una consulta sobre consumo y calidad televisiva. Se trataba  de una encuesta, que fue creada,  aplicada y procesada  con rigurosidad metodológica. Sin embargo, cabe aclarar, ella no aspiraba a tener re- presentatividad estadística  sino a sumar una nueva herramienta  para la construcción  plural y ciudadana de la mirada del observatorio.

El nombre  de la consulta,  Tele: ¡cómo te queremos!, buscaba aludir a dos dimensiones  de la relación de los jóvenes con la TV. Por un lado, una dimensión cotidiana y profundamente afectiva, una dimensión donde el querer refiere al afecto, a la adhesión en términos de apego. Por otro lado, una dimensión del querer como ambición, como pretensión,  como deseo,  lo cual presupone  la posibilidad de cambios. Como veremos, los resultados de la consulta muestran  las contradicciones  y ambivalencias que se producen no tanto al interior de cada una de estas  dimensiones  sino en los cruces entre ambas.

En primer lugar, una primera confirmación empírica de este tra- bajo es el importante  nivel de consumo,  en términos cuantitativos, que tiene la TV entre los jóvenes: el 78%  mira televisión todos los días.  Los contenidos,  la compañía,  el entretenimiento, la diversión y la información que allí encuentran hacen  de la TV un medio con una presencia  cotidiana  relevante.  Sin embargo,  ha sido significa- tivo encontrar  diferencias entre  lo que  las mujeres  y los varones encuentran en la TV. Mientras ellas valoran más el entretenimiento y la información, los varones prefieren resaltar la compañía  que les brinda el medio.

Una segunda  cuestión  es la gran variedad de gustos,  preferencias y consumos  televisivos que encontramos entre los estudiantes, algo que difiere sustantivamente de la homogeneidad  con que suele caracterizarse  el consumo  mediático  masivo cuando  sólo se hace alusión a las mediciones de rating. La gran cantidad  de programas y/o canales  que son mencionados  por los estudiantes en términos de gustos,  preferencias  y consumos  (100  sobre 113  encuestados), dan  cuenta  de un conocimiento  y uso de la oferta  que  está  muy lejos de poder  ser reducido  a los dos o tres productos  que  la in- dustria  televisiva nacional  instala  como las opciones  mayoritarias para públicos juveniles. Lo que gusta,  lo que se prefiere es amplio y diverso, mucho  más,  por cierto, que lo que efectivamente  se ve y se consume.  Por eso es claro, también,  el predominio de ciertos productos  cuando  las reflexiones ya no aluden  a los gustos sino a las opiniones sobre programas  o sobre la TV en general. Es allí, en el plano donde hablamos  del lugar de la TV en la cultura donde los productos  de la industria  hegemónica  ingresan de manera  contun- dente para generar marcadas adhesiones o rechazos. Lo que vemos todos se modela  desde  lugares y poderes  que exceden  por cierto, los gustos y preferencias personales.

Este importante  consumo  cotidiano de TV no produce,  sin em- bargo, una relación de adhesión,  identificación o aceptación  acrítica de lo que dice el medio, como suele suponerse  desde  ciertas posiciones.  Muy por el contrario,  podemos  afirmar que el desencanto, la disconformidad y en algunos casos el malestar marcan la relación de los jóvenes con la televisión actual.

Por un lado, porque es una TV que no los tiene como protagonis- tas y que habla poco de los temas y problemas que les preocupan  e interesan.  El 60% opina, por ejemplo, que la TV no ayuda a conocer sobre cosas que son importantes  para los jóvenes. “La televisión no me representa  como joven”, dice uno de los estudiantes consulta- dos, resumiendo  en buena medida lo que parece ser una sensación generalizada, más allá de la identificación que producen con algunos programas  o personajes.

Por otro lado,  la disconformidad también  se relaciona  con el reconocimiento  de que en la TV no hay igualdad  de posibilidades expresivas, marcadas por las diferencias entre ricos y pobres,  pero dónde los propios jóvenes (ricos y pobres,  sin distinciones)  ocupan el segundo lugar entre los sectores  que tienen menos posibilidades de expresarse  en la TV.

Por otro lado,  porque  es una  televisión donde  los estudiantes consideran  que los valores discriminatorios  priman  sobre otro tipo de valores.  “Impone violencia y enaltece  la discriminación”,  dice una joven; “Se dedica a difundir ideales que atentan  contra la cons- trucción de una sociedad  más sana,  libre y democrática”  dice otro. Algunos de los programas  que han ocupado  durante  todo este año los primeros lugares en el rating nacional son mencionados  por los estudiantes como programas que hacen daño a jóvenes y adolescen- tes, como programas que discriminan y que atentan  contra derechos de personas  y grupos.

Pero al desencanto se suma además  la sospecha  cuando se trata de comprender porqué la tele funciona de este modo. El medio es visto como un lugar donde los intereses que priman son los comerciales y solo se transmite  aquello que le conviene a los poderosos,  como un espacio  en el que a los productores  y dueños de los medios no les importa la opinión de los televidentes ni los efectos y consecuencias en la gente sino el rating.

Por otro lado, decíamos,  hay una posible lectura de estos datos en clave del querer como deseo: lo que los estudiantes quieren de la tv, de lo que podría ser, de lo que quisieran que fuera. Por un lado, es claro que los jóvenes quisieran poder hablar y mostrarse en la TV desde  ellos mismos,  sin las mediaciones  que el mundo  adulto les impone actualmente. La mayoría considera  que los temas  que les importan y les interesan,  que sus puntos de vista y opiniones no son tenidos en cuenta:  las cosas buenas que producen en la escuela y el barrio, sus modos de diversión y relación cotidianos, sus problemas y los de su comunidad cercana pero también sus logros y sus esfuerzos

concentran  las respuestas de lo que quisieran  mostrar en la TV en noticieros, en programas  de humor y en telenovelas.

También  hay un plano  del deseo  que  excede la programación y que se relaciona con lo que se espera  del medio en la sociedad. Estas respuestas muestran  claramente  el reclamo de renovación, de más  calidad  y más  diversidad  de propuestas, pero también  recla- man cambios que se relacionan con modificar la lógica puramente comercial  que  hoy impera  en los medios  y que  no es ajena  a la normativa  vigente hasta  hace  muy poco: “La TV tendría  que  ser construida  por la comunidad  y la gente que busca  el bien común y no por los monopolios” expresa un estudiante. Debería existir más control de la programación  y de lo que se trasmite  en TV, reclama otro. Todos los medios deben ser públicos y todos tenemos  derecho a la información, apunta  un tercero. El lucro como único fin es una lógica que los jóvenes consumidores conocen sin saber nada de leyes de radiodifusión. Y es que han aprendido,  desde  su experiencia de consumo,  que esa lógica no conlleva necesariamente ni variedad ni calidad. Otra forma, digamos, de reconocer el efecto de los monopo- lios en la comunicación.  Este puede ser, quizás, un punto de partida efectivo para dar un sentido más cercano a la nueva ley de medios y al derecho a la comunicación  como derecho humano.

Hay interés entonces,  hay cuestionamientos, hay desconfianzas. El tiempo  y el trabajo  dirán si estamos  a la altura  de asumir  los desafíos  y contradicciones  para  avanzar  en el reconocimiento  de los derechos  de comunicación,  expresión e información como un derecho de todos.

DESAFÍOS PARA CONSTRUIR UNA MIRADA

Hasta  aquí, entonces,  algunos de los desafíos que nos pone un proceso de intervención. Proceso que va de la mano de la reflexión sobre las condiciones,  posibilidades  y límites a la hora de avanzar en una propuesta  de Observatorio desde la articulación en comuni- cación y ciudadanía.

Pensar la relación entre poder y visibilidad, creemos, exige partir de un reconocimiento sobre cómo pensar lo que observamos. Y cuáles son las condiciones  para que la mirada de un observatorio, que se reconoce  parcial,  situada,  limitada y contingente,  pueda  entrar en el juego de perspectivas. Porque, tal como se planteara  antes,  reco- nocer cómo miran quienes  de manera  permanente son mostrados, dar cuenta de aquello que ven quienes son invisibles para quienes se arrogan el poder de lo que se ve y cómo se ve en nuestra  sociedad, supone también asumir las condiciones para poner también en juego aquello que un Observatorio se propone construir: una mirada crítica sobre los medios.

Asumiendo este  carácter  situado,  limitado  y contingente  de cualquier observación,  la mirada de nuestro observatorio postula la fecundidad de construirse en una tensión: la mirada de quienes son, al mismo tiempo,  ciudadanos y públicos.  Esto es, la necesidad  de situarse  en la tensión entre dos formas de la subjetividad  contem- poránea  que involucran reconocimientos,  contratos  y aceptaciones, así como reclamos,  reivindicaciones y derechos.

Sobre los medios o cómo pensar lo que observamos

Existe una constatación especialmente significativa que plantea un desafío al pensamiento y la labor crítica de un observatorio de medios: la capacidad performativa de los medios sobre sí mismos; es decir, “la capacidad  de convertir en realidad empíricamente existente –con todo lo que en esa empiria existen de datos fácticos, representaciones, vivencias e interpretaciones sobre los mismos-, la realidad que ellos construyen  en sus textos e imágenes”  (Mata y Córdoba 2009: 1). Y esa capacidad, en el terreno de los propios medios,  implica que son sus propias nociones y lógicas argumentativas, adoptadas por distintos enunciadores, las que suelen impregnar los debates sociales que pretenden esclarecer sus modos de operar y su influencia (idem). Un primer desafío del observatorio de medios será entonces escapar a la adopción de esas definiciones y lógicas y construir una mirada crítica sobre esa autorrepresentación mediática.

Desde nuestra  perspectiva,  los estudios  sobre comunicación  y ciudadanía  en América Latina son un lugar desde  el cual construir esa  distancia.  En estos  estudios,  los medios  se han  tematizado, en términos generales,  como espacios  que posibilitan o restringen el ejercicio de la ciudadanía, básicamente en dos sentidos.  Por un lado, como proveedores de la información que haría posible tanto la vigilancia del poder (fundamentalmente estatal), como el ejercicio de derechos ciudadanos. Esto es asumido como un modo de operar de los medios que no requiere debate teórico, y ha tenido preeminencia en los enfoques jurídicos (Loreti 1995), en los debates  relacionados con la formación y la práctica profesional de comunicadores y perio- distas -dando lugar a experiencias de periodismo cívico, periodismo ciudadano  y/o periodismo público (Miralles 2002)- así como en las iniciativas de observatorios y veedurías de medios impulsadas en la región (AAVV 2004, Alfaro 2005).

Por otro lado,  los medios  son  concebidos  como espacios  de visibilidad y actuación  pública,  como lugares de colectivización de intereses y construcción de comunidad.  Es decir, la centralidad de los medios para el ejercicio de la ciudadanía  debiera entenderse en rela- ción a su poder como dispositivos estructurantes de la esfera pública (visibilizando y legitimando  temas,  hablantes, e interpretaciones; cambiando  las formas tradicionales de intermediación,  modificando los procesos de agregación, entre otros). Un poder que lo que hace es densificar las dimensiones  rituales y teatrales  de la política (Martín Barbero 1999), y que, en tanto públicos de los medios, aceptamos diariamente.5 Esta mirada, en cambio, ha tenido menos desarrollo y preeminencia  en las experiencias de observatorios de medios.

Consideramos  necesario  articular en la labor de nuestro  obser- vatorio ambas dimensiones en términos teóricos y metodológicos de tal modo de aportar a la comprensión de su significado en relación a unos medios y contextos específicos. Partimos para ello de la hipótesis de que buena  parte del poder de los medios ha sido construida  en virtud de proponerse  a sí mismos como contralores de los poderes, desconociendo  que ellos mismos son un poder que se ha apropiado de derechos  de ciudadanía. En este  sentido,  asumir  una  tarea  de control encuentra  un límite crucial: el que impone la construcción histórica  cultural  del derecho  a la información y la comunicación como derecho  de medios  y periodistas.  Por eso,  el trabajo  de los observatorios en términos de monitoreo debe articularse con instan- cias de promoción y exigibilidad de derechos  a la información y la comunicación  como un derecho ciudadano.

La legitimidad  de  la mirada o asumir el juego de  las perspectivas

Según el mismo Germán Rey (2004), los observatorios  parten de dos ideas relacionadas  con su función de observación social: “la primera idea es que lo que realmente  se ve es lo que existe desde un lugar (…) una segunda  idea es que el “observar” no busca  una visión perfecta sino más bien, reconociendo las contingencias del ver, afirma que se necesitan  diversas miradas  para modular y compren- der los prismas sociales (Rey 2004: 21).  Es decir, los observatorios son experiencias que reconocen su visión parcial e interactúan con otras observaciones que provienen de diferentes lugares dentro de la sociedad.  Como señala  Rey: “Despojados de miradas  cerradas,  los observatorios existen por el juego de las perspectivas”  (Rey 2004:23).

El ver desde los observatorios y veedurías es una mirada que se propone crítica y en pugna  con el poder establecido,  que necesita construir su validez política y social. Pero esa validez no puede,  por lo que ya señalamos, estar  asociada  a una  idea de verdad o per- fección de esa mirada ni tampoco  a una idea de representación de una sociedad que es, por definición, amplia, compleja y diversa. Por eso, como ha señalado  el mismo Rey, “Más que una expresión de la representación, los observatorios son formas de la participación” (Rey 2004: 32)

Un modo posible de construir la legitimidad de esa mirada es dar cuenta de su sistematicidad y rigurosidad. Para ello, los observatorios

han apelado  a la recuperación  de metodologías  de investigación y análisis propias de las ciencias sociales, asumiendo la particularidad de su interés. La rigurosidad metodológica del proceso de observa- ción, que supone  dar cuenta  de los procedimientos  de monitoreo y categorías  de análisis,  funciona también  como herramienta  para la discusión fundamentada del carácter construido de lo que los medios presentan  como una realidad dada. En este punto, la participación de investigadores en los observatorios se presenta como una posibilidad concreta de articulación entre saber académico  y la práctica social, que puede contrarrestar  la falta de diálogo e intercambio que suele caracterizar  a ambas  esferas.

Pero junto a ésta,  debe  construirse  una  legitimidad  asociada también  a esa participación  a la que alude Rey. Una participación que se articula con la promoción de la ciudadanía  frente a los me- dios y que  asumirá  formas  y prácticas  diversas  en cada  contexto y situación.  Sin esta  segunda  dimensión,  nos parece,  la tarea  de muchos  de los observatorios  y veedurías  (centrada  especialmente en los monitoreos de medios) puede derivar en puras descripciones y/o denuncias  que  demuestran lo que  muchas  veces es evidente: la manipulación  informativa y los vínculos estrechos  entre el poder mediático y el poder político y económico. Esta denuncia puede ser efectiva en determinadas circunstancias, pero no habilita en sí misma la constitución de una ciudadanía  frente a los medios.

La legitimidad no debiera  asociarse  solo, ni centralmente, a la acción del ver/observar como control -tan presente en las democracias contemporáneas y frente a la cual los medios reaccionan  de forma defensiva-  sino como participación.  Unas experiencias que se pro- ponen  como objetivo democratizar  la comunicación  deben  otorgar al ciudadano  un lugar que excede el control de lo establecido  para pasar al ejercicio efectivo de los derechos así, como a las luchas por su vigencia y ampliación.

La publicidad de la mirada

La construcción  del observatorio implica pensar  en torno a los modos  y métodos  de construcción  de su mirada  y en los actores que pueden  participar  de ello. Pero también  requiere imaginar las formas de hacerla pública,  es decir, las formas de presentarla  para su reconocimiento y debate.

En este caso el desafío es enorme y revela con claridad la magni- tud del tema planteado:  sin presencia en esos lugares observados, es decir, en los propios medios, es muy difícil publicitar -en el sentido de hacer  visible para  todos- lo que se ve. Planteada de ese modo esta limitación resulta crucial, en tanto disminuye las posibilidades concretas de incidir, tanto en el espacio público informal como formal, y de esa manera  trasformar. Porque ser ciudadanos implica no sólo observar, controlar y opinar sino, fundamentalmente, decidir. En ese sentido,  el observatorio de medios necesitará  él mismo multiplicar los espacios  públicos donde  su mirada  pueda  circular, debatirse  y validarse.  Y  se tratará  del desarrollo de estrategias  variadas  que, reconociendo  la centralidad  de los medios,  no olviden también  la existencia y preeminencia  de otros ámbitos y espacios sociales para la deliberación y la comunicación.

La democratización del sistema mediático: observatorios y políticas públicas

Uno de los aportes  centrales  de las diferentes  experiencias  de observatorios de medios en América Latina es su definición de los medios masivos y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC´s) como servicio público. Porque a diferencia de lo que ocurre en el campo de la economía política de la comunicación, esta definición no es realizada en términos de propiedad es decir, por su pertenencia al Estado, sino en términos de su actividad: la esfera de los medios, más allá de que su propiedad sea privada, es siempre pública. Y se trata de lo público entendido en la convergencia de las tres concepciones que le dan espesor  en la política moderna:  lo público como lo común,  lo visible y lo accesible  a todos.  Esta definición, una de las más importantes  y disruptivas,  permite así reconocer otro de los terrenos de la disputa.

Hace ya más de diez años, y cuando aún los procesos en la región no mostraban  los tiempos de cambio que hoy avizoramos, Manuel Garretón (1995) planteaba que las posibilidades de ejercicio de ciu- dadanía en distintos ámbitos está condicionada  por las regulaciones en el acceso  a los bienes  que se ponen  en juego en ese ámbito  y que es el Estado  un actor central  en las posibles  regulaciones  de ese acceso.  Por eso, el papel de la sociedad  civil en la ampliación y la conquista  de una “nueva ciudadanía”, en este caso frente a los medios, no reemplaza  al de un Estado con la fuerza para interceder en relaciones de poder absolutamente asimétricas  como las que hoy caracterizan  a las distintas esferas del campo social. El papel activo de la sociedad civil en la construcción de la ciudadanía  no relativiza la importancia  del rol del Estado  en tanto  agente  responsable  de generar  las condiciones  mismas  de posibilidad  de ese  ejercicio y práctica ciudadana en sus aspectos  formales y sustantivos.

La posibilidad de ser ciudadanos frente a los medios reclama, en definitiva, la intervención decisoria del Estado, cuya política cultural no puede  reducirse a la gestión de medios públicos sino que debe ampliarse  a la implementación de mecanismos  institucionalizados de participación  y decisión directa de la ciudadanía  para hacer de todos los medios masivos un servicio público.

DESAFÍOS FUTUROS

La articulación entre comunicación y ciudadanía propuesta desde nuestro  Programa  implica la articulación  permanente entre  inves- tigación y acción; es decir, investigar en el campo de la comunica- ción y la ciudadanía  acarrea  para nosotros,  en cada  instancia,  una dimensión de acción política-cultural insoslayable.  La comprensión de la ambivalencia  y contradicción  que  caracteriza  la relación de los jóvenes con los medios,  la reflexión en torno a los contenidos  y metodologías que debieran tener una propuesta de enseñanza crítica del consumo de medios, o los interrogantes en torno a las relaciones entre las lógicas sociales y las lógicas mediáticas son algunos desafíos que emergen de la experiencia relatada.

Pero también una nueva certidumbre: el desafío del Observatorio no es tanto  develar las articulaciones  de los medios  masivos  con los intereses  económicos  y políticos dominantes, sino otro: aportar a romper el consentimiento, la impotencia  y la indefensión  de los públicos frente a los medios y brindar elementos  para su constitu- ción como ciudadanos, para la exigibilidad de derechos  frente a los medios.  Porque,  como dice Rey: “Los observatorios y veedurías de medios no son solo manifestaciones de la política comunicativa sino lugares de la construcción  de ciudadanía”  (Rey 2007: 42).

BIBLIOGRAFÍA

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2004. Veedurías  y Observatorios. Participación  social en los medios  de comunicación. Bs As. Ed. La tribu.

Alfaro, Rosa María

2005. Observatorios de medios: avances, limitaciones y retos. ¿una nueva conciencia  crítica o una ruta de cambio? Lima, Calandria.

Garretón, Manuel

1995. “Democracia,  ciudadanía  y medios  de comunicación:  un marco general” en AAVV, Los medios:  nuevas  plazas  para la democracia,  Lima, Calandria.

Loreti, Damián

1995. El derecho a la información,  Paidós,  Bs. As.

Martín Barbero, Jesús

1999. “El miedo a los medios.  Política,  comunicación  y nuevos  modos de representación”, Nueva Sociedad  Nº 161, Caracas.  Mayo-junio, pag.43-56.

Mata, María Cristina y Liliana Córdoba

2009. “Nuevas agendas  para la reinformatización social y la participación ciudadana”  En I Jornadas “La Universidad en la Sociedad. Aportes de la Investigación de la Universidad  Nacional  de Córdoba para el diseño  de Políticas Públicas”,  María C Mata y N Aquin comps.,  Córdoba, agosto de 2009.

Mata,  María Cristina, Liliana Córdoba, Daniela Monje, Soledad  Segura y Pablo Carro

2005. “Condiciones objetivas y subjetivas para el desarrollo de la ciudada- nía comunicativa”,  Centro de Competencia en Comunicación para América Latina, Fundación  Friedrich Ebert, 58  páginas.  Disponible en http://www. c3fes.net/docs/ciudadaniacomunicativa.pdf.

Miralles, Ana María

2002. Periodismo,  opinión  pública  y agenda  ciudadana.  Ed. Norma, Colombia.

Rey, Germán

1998. Balsas y medusas. Visibilidad comunicativa y narrativas políticas, CEREC, FESCO, Fundación Social, Santafé de Bogotá.

2004. “Ver desde  la ciudadanía. Observatorios y veedurías  de medios de comunicación  en América Latina” En La relación sociedad/medios en el marco de la Reforma  del Estado en México, Solís Leere (coord).UAM Xo- chimilco, México.

Thompson, John

1998. Los media y la modernidad. Ed. Paidos,  Barcelona.

NOTAS

Córdoba María Liliana: Especialista en Investigación de la Comunicación y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdo- ba (UNC). Doctoranda en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Becaria del CONICET. Docente investigadora en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC, Programa de Estudios sobre Comunicación y Ciudadanía.  Profesora de Política y Comunicación  y Tecnologías de la Información y Sociedad en la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC. Integrante del Observatorio de Comunicación y Ciudadanía.

Morales Susana  María: Especialista  en Investigación de la Comunicación y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Doctoranda en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Becaria del CONICET. Actualmente, alumna de la Maestría en Comuni- cación y Cultura Contemporánea  del CEA- UNC. Investigadora del Programa de Estudios sobre Comunicación y Ciudadanía.  Integrante del Observatorio de Comunicación y Ciudadanía.E-mail:  Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

1 La Dirección del Programa y del Observatorio están a cargo de la Profesora Investi- gadora María Cristina Mata.

2 Esta ley vino a reemplazar al decreto del año 1980, dictado por el Jorge Rafael Videla, que era la única herramienta de regulación estatal en materia de radiodifusión, junto a las sucesivas modificaciones realizadas en el marco de la reforma neoliberal del estado durante los años 90, que profundizaron un modelo de pago, privado y fuertemente concentrado del sistema comunicacional.

3   El 78% de los cordobeses considera que en nuestro país no existen igualdades expresivas. Mas datos pueden consultarse en Mata y otros: “Condiciones objetivas y subjetivas para el desarrollo de la ciudadanía comunicativa, 2005. Disponible en: www. c3fes.net/proyectos.htm

4 Los datos provistos por la observación sistemática de los principales medios de la provincia de Córdoba revelaron algunos aspectos preocupantes: el tema fue escasamente tratado. La observación se realizó entre el 1 de abril y el 30 de septiembre de 2008, en los diarios Comercio y Justicia, Día a día, La Voz del interior, Democracia (de Villa Dolores), El Diario de Villa María, Puntal de Villa María, Puntal de Río Cuarto; en las radios LV2, LV3, Universidad 580, y Mitre; y en los canales de televisión por aire Canal 12, Canal 10 y Teleocho. Del total de 75 notas que aparecieron durante el período rele- vado, 42 se difundieron en los diarios (56%), 33 en radios (40%) y sólo 3 en los canales de TV. Los enunciadores privilegiados fueron el Poder Ejecutivo Nacional y la Iglesia Católica y la referencia central estuvo vinculada a temas como la libertad de prensa y la censura y el intento de control de medios por parte del gobierno. Si consideramos que la democratización de las comunicaciones y del sistema de medios es una problemática central para el afianzamiento y construcción de relaciones sociales equitativas, el escaso tratamiento otorgado a la temática, cuando se estaban produciendo múltiples actividades, debates y proyectos tanto a nivel gubernamental como de la sociedad civil, muestra que los ciudadanos tuvieron escasas oportunidades para informarse acerca de ello. Sobre todo, considerando que los medios constituyen la principal fuente de información del conjunto de la población.

5  Este es el enfoque asumido  por autores  como Alfaro, Marín Barbero, Mata, Rey, Reguillo y Caletti, entre otros. Sobre la tensión entre públicos y ciudadanos  ver, especialmente, los trabajos de Mata y Garretón consignados en la bibliografía.


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