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En pocos meses cayeron en la pobreza 71 millones de personas de países en desarrollo como consecuencia directa de los aumentos de precios en alimentos y energía en todo el mundo. El impacto en los índices de pobreza se ha sucedido muchísimo más rápido que el ocurrido por la pandemia de COVID-19. Se espera que la actual crisis por el costo de vida afecte especialmente a las mujeres; la persistente desigualdad en la retribución y la poca valoración del trabajo de las mujeres son las principales razones por esta sobrecarga económica. Las mujeres son, además, las principales personas proveedoras de cuidados de niñas , niños y personas mayores, y en tiempos de crisis, se ven forzadas de manera desproporcionada a abandonar sus puestos de trabajo para quedarse en el hogar. Sin el suficiente apoyo gubernamental, a menudo deben enfrentar solas esta realidad en condiciones cada vez más acuciantes.

Estas dificultades son particularmente desafiantes para las mujeres rurales, quienes deben enfrentar obstáculos adicionales para obtener independencia y estabilidad económica. En las crisis, las mujeres rurales se ven más afectadas, a menudo por el escaso acceso a recursos, servicios e información, la pesada carga de tareas domésticas y de cuidados no remuneradas, y las discriminatorias normas sociales tradicionales.

Para lograr que las mujeres rurales garanticen sus medios de vida y construyan resiliencia en la crisis, el Programa conjunto para acelerar los progresos hacia el empoderamiento económico de la mujer rural (JP RWEE, por sus siglas en inglés) —una alianza excepcional entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA)— aborda las barreras que enfrentan las mujeres rurales con un enfoque integral que incluye los ámbitos sociales, económicos y políticos del empoderamiento.

Sistemas agrícolas cada vez más frágiles

En muchas partes del mundo, la agricultura es el principal medio de subsistencia y una fuente importante de ingresos para la población rural. Es el caso de Tanzania, donde aproximadamente el 80 por ciento de las mujeres alimentan a sus hijas e hijos, y a sí mismas, con la agricultura de la subsistencia; y de Túnez, donde el 70 por ciento de la fuerza de trabajo en la agricultura son mujeres.

Las mujeres rurales, que a menudo tienen dificultades para acceder legamente a su propia tierra para trabajarla en primer lugar, están enfrentando más dificultades a raíz de las crisis globales, como los conflictos armados y el cambio climático. En 2022, una significativa baja en el suministro mundial de fertilizantes —producidos mayormente en Ucrania y Rusia— ha complicado aún más la producción de alimentos suficientes. Esta carencia está acumulando amenazas de larga data, como las alteraciones de las cosechas causadas por condiciones meteorológicas cada vez más extremas e impredecibles.

“Debido a que el 95 por ciento de la actividad agrícola depende de las lluvias, la agricultura podría sufrir un impacto de gran alcance por las alteraciones en las precipitaciones. La dependencia excesiva de la agricultura sostenida por el agua del lluvia restringe la capacidad de adaptación de las comunidades rurales […] ”

Las cambiantes condiciones climáticas afectan no sólo los recursos de fuentes terrestres, sino también marinos. Como el aumento de las temperaturas acrecienta el riesgo de la pérdida irreversible de ecosistemas marinos y costeros, las comunidades que dependen del océano como medio de subsistencia necesitan apoyo. En Zanzíbar (Tanzania), donde la acuicultura gira mayormente en torno a la agricultura de algas, el aumento en la temperatura del agua y el nivel del mar están afectando la producción en gran medida. Las Islas del Pacífico también enfrentan consecuencias cada vez más graves por el cambio climático, como una creciente escasez de agua, un aumento en los niveles del mar, la erosión de la costa y una mayor salinidad del agua y los suelos.

El JP RWEE apoyará a las mujeres rurales para que mejoren la producción de algas, sardinas y otros productos, con la ayuda de agricultura compatible con el clima, que colabora con la transformación de los sistemas agroalimentarios mediante prácticas ecológicas y resilientes al clima. Mediante la incorporación de la agricultura compatible con el clima, el Programa colaborará con la creación de un sistema agrícola local centrado en la biodiversidad, la resiliencia y las necesidades nutricionales de las mujeres rurales y de quienes viven con ellas.

Normas socioculturales restrictivas

En muchos países, las mujeres y niñas rurales dedican la mayor parte de su tiempo a las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas. Las normas de género tradicionales influyen fuertemente aún hoy en la vida cotidiana de las personas en muchas comunidades rurales, donde se espera que las mujeres se ocupen de la mayoría de las tareas domésticas y de cuidado infantil. En Tanzania, las mujeres dedican 3,7 veces más tiempo que los hombres a las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas, por lo que tienen menos tiempo para dedicarle al trabajo remunerado o a emprendimientos. Las mujeres de Túnez, que no pueden circular después de determinadas horas del día ni interactuar libremente con personas fuera de sus familias, son consideradas “ayudantes” de los trabajadores y no trabajadoras por derecho propio. Estas antiguas tradiciones y creencias las desalientan a asumir roles de liderazgo y a levantar la voz; muchas de ellas, incluso, desconocen sus derechos.

Para ayudar a distribuir de manera equitativa las responsabilidades domésticas y de cuidados no remuneradas, el JP RWEE promueve la participación de líderes religiosas y religiosos, las autoridades locales y la ciudadanía para garantizar el reconocimiento político y social del rol de las mujeres. En muchos de los países participantes, el Programa brinda apoyo para desarrollar relaciones familiares más igualitarias, ayudando a las personas a que identifiquen y atiendan las desigualdades de género en el hogar.


“Se destacó como una necesidad prioritaria reconocer, reducir y redistribuir las responsabilidades del trabajo de cuidados para el empoderamiento económico de las mujeres del Pacífico”.

Acceso limitado a los servicios

La falta de acceso a los servicios financieros y gubernamentales, entre otros, es un obstáculo en común entre las mujeres rurales de todo el mundo. Las desigualdades de género, arraigadas en los discriminatorios sistemas patriarcales y normas sociales, implican que las mujeres tienen menos probabilidades de acceder a los servicios agrícolas de extensión, mercados, tierras y servicios financieros formales pese a su elevada participación en el sector agrícola. En Tanzania, sólo el 12,2 por ciento de las mujeres usan servicios bancarios, en comparación con el 21,4 por ciento de los hombres. Las mujeres tienen menos probabilidades de acceder al crédito financiero, préstamos, seguros de cosecha, ganado y otros recursos productivos, lo que les dificulta participar en oportunidades económicas como el emprendedurismo. Estas limitaciones a menudo se ven acentuadas por la falta de conocimientos en gestión financiera y negocios.

En los países participantes, el JP RWEE formará a las mujeres rurales en gestión financiera y negocios. Brindará apoyo a las cooperativas de mujeres para comercializar sus productos mediante soluciones digitales como plataformas de venta electrónica fáciles de usar. El Programa establecerá y fortalecerá los grupos vigentes de préstamos y ahorros con gestión comunitaria de modo de proveer a las mujeres rurales y sus familias de un mecanismo para acumular ahorros y abonar a la seguridad económica.

“Las organizaciones profesionales nacionales y locales desempeñan un importante papel en el desarrollo rural, pero por sí solas, han logrado avances limitados en la atención de los desafíos que enfrentan las mujeres rurales. Con el apoyo del JP RWEE, reforzaremos las capacidades de las mujeres rurales para incrementar sus ingresos y acceder a aportes, conocimientos, el mercado y trabajo decente, además de fortalecer la capacidad institucional a nivel nacional para implementar leyes que faciliten el acceso a los servicios financieros y colaboren con el avance de las mujeres en sus derechos sobre la tierra”.

—Malek Hayder, coordinador nacional del JP RWEE

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