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UN
AÑO DE EL UMBRAL
Nota
de opinión
Pablo
Zamora. Karina Niebla, Victoria Ennis, Celeste Briguez, Yesica Guevara,
Gisel Bricka, Damian Dumerauf
elumbral@elpopular.com.ar
Profesorados
- FACSO - UNCPBA
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Cumplimos
un año y la propuesta es invertir los roles. ¿Qué es El Umbral?
¿Cómo se hace un suplemento escrito y diseñado por estudiantes
avanzados en las carreras de Comunicación Social y Diseño Gráfico?
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Parece
que es verdad esto de invertir los roles. Por algo soy yo el redactor de
la nota y ellos (los habituales redactores) quienes hacen las sugerencias
sobre el enfoque y el estilo. Me piden que escriba en primera persona. Yo
les digo que me va resultar difícil, que no estoy acostumbrado, que en
todo caso lo voy a intentar pero que antes me manden por mail un texto que
responda a estas dos consignas: “¿qué significa para vos, como
estudiante de Comunicación Social, participar de un proyecto como El
Umbral? ¿Qué momentos o anécdotas rescatás en este primer año que
lleva el suplemento?”. No recuerdo quien, pero alguien saltó con un “¡Qué
vivo! ¡Así no tenés que desgrabar!”. Hice como que no escuché.
Ahora es de noche y estoy sentado frente a la misma computadora con la que
edité la gran mayoría de las notas de El Umbral. Archivo. Abrir.
Proyecto-suplemento.doc. Leo: “Sábados, cada 15 días. Ocho páginas a
todo color. Gran protagonismo del diseño. Dos notas centrales y una
entrevista-perfil redactadas en primera persona para que el lector vaya
descubriendo el tema o el personaje junto con el redactor. Los redactores
presentarán regularmente un sumario de notas consignando: temas y
personajes propuestos, enfoque y fuentes a consultar. Dos veces por semana
habrá reunión de Redacción y una vez planificados los contenidos del próximo
número se los comunica al equipo de diseñadores”. Pienso: “Qué
bueno es que un proyecto de este tipo se haga realidad y llegue a cumplir
un año”. Voy por los mails.
Una de las anécdotas que todos recordamos es que el primer número de El
Umbral salió justo el sábado 22 de septiembre de 2007, cuando EL POPULAR
anunciaba en su tapa la muerte del por entonces Intendente Helios Eseverri.
Para Victoria Ennis, “tuvimos una suerte en medio de la desgracia,
porque estábamos felices de que saliera por fin el primer número, y de
alguna manera terminamos obteniendo un beneficio de esa mala noticia”.
Se refiere a que, para esa edición, el Diario editó más ejemplares de
lo habitual y agotó las ventas.
En aquel primer número, la presentación se hizo de la siguiente manera:
“En un momento de este año ocurrió que las autoridades de Diario EL
POPULAR, la Facultad de Ciencias Sociales y la Escuela de Artes Visuales
de Olavarría se pusieron de acuerdo para generar un proyecto en conjunto.
Un suplemento, en principio quincenal, hecho por jóvenes y para jóvenes.
Así nació El Umbral”. Ese momento ocurrió antes de finalizar el
primer cuatrimestre, y la gestación duró casi 3 meses.
Para Karina Niebla, “había llegado el momento de producir y aprovechar
todo lo aprendido durante años. Más allá de simulacros, pruebas,
suposiciones, esto era finalmente ‘ser periodista’. Empecé llena de
expectativas pero también de miedos e inseguridades, que voy sorteando
con el tiempo y, sobre todo, con la práctica. En el camino, no sólo
encontré un espacio para desarrollarme profesionalmente, sino también
para expresarme sinceramente”. Yesica Guevara habla de los textos:
“escribir es jugar. Concebir la acción de hilar palabras en un
enunciado, buscando la manera de otorgarles un significado. Quitarle
dramatismo a las convenciones y divertirse cazando voces”. Victoria, del
diseño gráfico: “para mí, es el 60 por ciento de la identidad de El
Umbral. En un primer vistazo se puede adivinar el estilo de lo que se va a
leer y eso me parece sumamente importante”.
Sigo leyendo los mails, copio y pego. Pienso en la ventaja de no tener que
desgrabar y me viene a la mente una frase de Celeste Briguez que anda por
algún lugar de estás páginas y que ahora no viene a cuento. “Siento
que al cabo de un año pude conocer de una manera muy especial la ciudad a
la que vine a estudiar y descubrí cosas que quizás eran invisibles para
mí. Y que puedo compartirlas con muchas personas que verán lo que
quieran, puedan o decidan ver”, escribe. Recuerdo su cara cuando contó
que EL POPULAR también se había agotado en Bolívar aquel 22 de
septiembre, justo cuando a ella le tocó inaugurar la hoy desaparecida
columna “Ser joven en…”, donde realizaba una mirada crítica sobre
lo que ofrecía su ciudad. Ahora también me acuerdo cuando Sergio Urbina
(uno de los tantos colaboradores) escribió sobre su Tapalqué natal, y
luego resultó víctima de una campaña de difamación en su pueblo porque
alguien había hecho circular los contenidos de aquella columna por
Internet. Celeste tuvo otra suerte. Y el resto no sabemos.
Damián Dumerauf es el único varón entre cinco mujeres y una vez le
pregunté si le molestaba que lo incluya cuando me refería a “las
chicas de El Umbral”. Me dijo que no. Es un santo (y no por darme esa
respuesta sino por haber sobrevivido un año a semejante tortura). “Sin
dudas, estar en el suplemento es una buena posibilidad para que los
estudiantes podamos insertarnos en un medio de comunicación y que sirva
para adquirir experiencia en la realidad, es decir, que los trabajos se
publiquen en algún lugar y no queden archivados en las cátedras”,
sostiene el hombre.
Llega el momento, entonces, de conocer cómo funciona, en lo humano, este
grupo de cinco mujeres y un hombre que el año pasado fueron reclutados en
la Facultad de Ciencias Sociales para iniciar este proyecto. Tiene la
palabra Yiyo (Gisele Bricka), la quinta mujer: “cada uno aporta una
mirada diferente y a veces muy diferente de la que tiene el resto, y eso
está bueno. Lo que siempre rescato es que en El Umbral hay muchas
personalidades y de ese conjunto sale un producto muy rico, dinámico, que
conjuga de alguna manera todas nuestras diferencias unidas por el hecho de
ser jóvenes y que nos gusta hacer notas y escribir”.
¿Cuántos caracteres llevo? Herramientas. Contar palabras. Caracteres con
espacio: 5.700. Si a “las chicas de El Umbral” les pido que no se
pasen de 6.500 voy a tener que ir redondeando. Aprovecho para aclarar que
entre “las chicas de El Umbral” también están Maia (Marianela Reano,
diseñadora), Natalia Schumacher (directora de Arte) y Ramiro Vivacqua
(diseñador, que al igual que Damián, y por las mismas razones, es un
santo y no va a tener inconveniente en que lo incluya entre “las
chicas”).
Herramientas. Contar palabras. Caracteres con espacio: 6.168. Me queda
poco. Siento que estoy a punto de escribir una lista de agradecimientos
como quien aspira a recibir un Martín Fierro, pero la veo a Mirtha
Legrand que me apura y me desaliento. Igual me apuro y menciono (sin dar
nombres, para no olvidar a ninguno) a todos quienes han colaborado con el
suplemento durante este año. Y a los lectores, claro. Caracteres con
espacio: 6.555. ¡Gracias totales!
Pablo Zamora
TESTIMONIOS
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-“Conocí
(y seguiré conociendo) mucha gente interesante de diversos ámbitos,
con la que probablemente no me hubiera encontrado de otra
manera. Pasé nervios, especialmente al enfrentarme a dos
actores famosos (Maxi Ghione y Gastón Ricaud) y a una canoa
oscilante en medio del Tapalqué. Probé cosas distintas y, sin
querer, me hice conocedora en rubros tan disímiles como los
videojuegos, el remo o el emprendedurismo”. Karina Niebla
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-“Cuando
hicimos la nota sobre la vida en el circo, entrevistamos al
protagonista del espectáculo, que luego nos invitó para verlo en
vivo. Fui a los tres días y este personaje, como lo hace en cada
función, buscó a 4 personas del público para hacerlos
participar. Se me acercó, me reconoció y me invitó a subir al
escenario. Primero nos tocó bailar ‘Ojos así’, de Shakira, y
luego hacer un número de equilibrio y fuerza con las piernas para
no caernos”. Damián Dumerauf
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-“Aprendí
que siempre hay que pensar un plan B… porque te puede pasar
que la mejor entrevista, como la que tuve con Florencia Bellomo,
que duró casi 3 horas y media, en una charla realmente muy
interesante, al momento de abrir el archivo no aparezca lo que
supuestamente estaba grabado. Tuve que escribir todo lo que me
acordaba y fue la única nota que me salió de corrido, con lo
que tenía fresquito en mi cabeza”. Gisele Bricka
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-“En
una oportunidad tuve que hacer una nota en un taller mecánico en
la loma de quién sabe qué, pasar por el medio de ese mundo
masculino para entrar a un sucucho donde estaba el señor con la música
al palo, la camisa abierta y el pucho en la boca en medio de
repisas llenas de porquerías. Y cuando me vio exclamó: ‘¡A la
pelota… que sos jovencita!’. Sin embargo, su aporte fue
esencial para la nota”. Victoria Ennis
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-“A los
lectores que siguen las columnas que escribo, debo decirles que
no soy dark ni emo. Tampoco una persona resentida, excluida
social, histérica, renegada. Características que me han
adjudicado (sin preguntarme) después de leer algún texto. No
voy a mentirles y decir que mi humor es maravilloso, ni que veo
la vida ‘color rosa’, pero tampoco soy una pesimista
ortodoxa. Suelo reírme bastante de las situaciones ‘serias’
y sólo le doy importancia a los hechos que lo merecen”.
Yesica Guevara
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-“Las
notas publicadas son el producto de nuestras queridas entrevistas,
que tienen ese vértigo de no saber, al fin y al cabo, en qué va
a quedar el rígido cuestionario del principio. Dónde va a ir a
parar cuando la respuesta imprevisible destruya y/o reacomode todo
lo que habíamos pensado de antemano. Pero además, contienen
varias horas de derretimiento de cerebro y un trabajo muy
fastidioso: ¡desgrabar! Una tarea que nadie le desea ni al peor
de sus enemigos”. Celeste Briguez
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