La investigación arroja datos sobre pobreza infantil no sólo contemplando la situación económica de las familias, sino también desde la privación de sus derechos esenciales.

 

 niñoEn los últimos años, Argentina ha avanzado de manera significativa en lo que hace a la ampliación de derechos de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) dentro de los marcos internacionales establecidos. Sin embargo, aún existen brechas entre el derecho formal y su ejercicio, según el lugar donde éstos nazcan y las características socio-económicas de sus hogares. Un informe realizado por UNICEF a fines del 2015 revela que el 30% del total de niños y niñas en Argentina son pobres y el 8,7% se encuentra en situación extrema de pobreza. Esta cifra equivale a un valor estimado de 4 millones de niños y adolescentes entre 0 y 17 años.

La medición se llevó a cabo a través de una metodología multidimensional basada en 28 indicadores de privación de derechos básicos. Estos indicadores se agrupan en diez dimensiones concretas: Nutrición, Salud, Educación, Información, Saneamiento, Vivienda, Ambiente, Violencia, Trabajo, Juego e Interacción.

De esta manera, la dimensión Educación por ejemplo, posee 3 indicadores: por un lado se contemplan los NNyA en edad escolar obligatoria que no asisten a la escuela, en otro punto se considera los que poseen entre 14 y 17 años con educación primaria incompleta y el último indicador focaliza sobre los que asisten pero con sobre-edad. Bajo esta perspectiva, cada dimensión otorga más de un indicador que resulta imprescindible para dar cuenta del estado de situación que conforma la pobreza infantil de manera abarcativa.  

Estos criterios de análisis son estructuralmente estables, a diferencia de las mediciones monetarias tradicionales que se centran en el nivel de ingresos de un hogar, el cual varía según el movimiento de los precios y otras variables de coyuntura. Los datos constatados por UNICEF permiten evidenciar que existe un 18% de niños que no son pobres por ingresos, pero que sí lo son en cuanto a carencias materiales y emocionales que impiden su desarrollo integral. Por otra parte, un 34% de los que no son pobres por multidimensionalidad, sí lo son bajo el criterio de pobreza monetaria. Las características pueden aludir a los propios niños o identificarse en los hogares que ellos conforman.

 Las privaciones más importantes que se detallan en el informe comprenden el acceso a la información, la protección contra la violencia, la salud y el ocio. Por otro lado, se registró un porcentaje menor respecto de las privaciones a la nutrición y a la protección contra el trabajo infantil. En este sentido, cabe remarcar que la intensidad de la pobreza aumenta con el número de privaciones que experimente cada niño.

Otro punto a remarcar de la investigación es la fuerte brecha socioeconómica/geográfica que existe en cuanto a nutrición, salud, educación, información, saneamiento, vivienda, ambiente y protección contra el trabajo infantil. Mientras que el derecho al juego y la protección contra la violencia fueron las dimensiones más equiparables entre ambos grupos. De este modo, los niños y niñas que están en la base de la escala social tienen una chance 13 veces más elevada de sufrir privaciones, en comparación con aquellos que pertenecen a hogares con mayor poder adquisitivo. En materia de nutrición, por ejemplo, un 22% de niñas y niños entre los 0-4 años de edad experimentan al menos una privación en esta dimensión según atributos socioeconómicos y geográficos. Esto quiere decir que los niños que viven en hogares con escasos activos y riquezas tienen 1,9 veces más chances de experimentar privaciones en nutrición, comparados con aquellos que viven en hogares “ricos”.

El informe también evidencia el nivel de desigualdad existente según las regiones del país: un niño del noroeste argentino tiene 6,5 veces más de posibilidades de sufrir privaciones que un niño de CABA. Por ejemplo, respecto del acceso a la información, el 30% de los NNyA presenta alguna privación en cuanto a uso de dispositivos tecnológicos: TV de aire y por cable, computadora, teléfono fijo y celular, y acceso a internet. En este punto, los niños residentes del noroeste argentino se encuentran 2 veces más privados del acceso a las tecnologías que los residentes de Buenos Aires.

En el último tiempo el Estado argentino ha generado políticas públicas destinadas a la protección de la infancia y la adolescencia (Conectar Igualdad, Asignación Universal por Hijo, Plan Progresar, entre otros). Sin embrago, el relevamiento llevado a cabo por UNICEF sobre la situación de pobreza infantil en el país no es alentador y lejos está la posibilidad de soluciones rápidas que logren dar respuesta a los derechos vulnerados. El informe sugiere que aún queda mucho trabajo por hacer para atender a las diversas realidades que atraviesan los N,NyA del país.