newsletter_copete_articulosEL AMBIENTE DEL PASADO: LOS MOLUSCOS FÓSILES COMO HERRAMIENTA PARA SU RECONSTRUCCIÓN

Pamela G. Steffan
CONICET – INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA). Av. Del Valle 5737 (CP 7400) Olavarría.
E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Recibido 29 de noviembre 2010. Aceptado 10 de diciembre 2010

RESUMEN

En éste trabajo se presenta una síntesis de los estudios del ambiente del pasado en arqueología. Esta breve síntesis pretende orientar la lectura de artículos más específicos, incluyendo las definiciones más simples y los alcances y/o limitaciones que cada una de las fuentes de información puede ofrecer a la arqueología. El artículo se centra en el análisis de los moluscos como herramienta para la reconstrucción paleoambiental. Se presentan los resultados obtenidos del análisis de los moluscos continentales recuperados en los sitios arqueológicos Campo Laborde, Calera y El Puente (partido de Olavarría, provincia de Buenos Aires) y de zonas aledañas a los mismos. El registro malacológico presenta una antigüedad de 8.800 años AP hasta la actualidad. El presente análisis permitió detectar condiciones pantanosas hace 8.800 años AP; seguidas por un breve evento de condiciones locales más húmedas. En Olavarría el clima fue más húmedo y levemente más cálido que en la actualidad durante el Holoceno tardío. No obstante faltan dataciones radiocarbónica para ajustar temporalmente este registro, se estima una cronología entre 3.000 y 2.000 años AP. Estas condiciones contrastan con el resto de la provincia de Buenos Aires, especialmente el sudeste, donde se registran características ambientales áridas.

Palabras clave: Estudios paleoambientales, moluscos, Sierras Bayas.

ABSTRACT

In this paper, a synthesis of the environmental studies of the past in archaeology is presented. This brief synthesis attempts to guide the reading of more specific articles, including the simplest definitions and the reach and limitations that each one of the sources of information can offer to archaeology. This article is centered in the analysis of mollusks as a tool for the palaeoenvironmental reconstruction. This work shows the results obtained by the analysis of the continental mollusks recovered in the archaeological sites Campo Laborde, Calera and El Puente (party of Olavarría, Buenos Aires province), and bordering areas to the sites. The malacological record has an antiquity of 8,800 years BP to the present time. The present analysis made it possible to detect marshy conditions to 8,800 years BP; followed by a brief event of more humid local conditions. In Olavarría, the climate was more humid and slightly warmer during Late Holocene than at the present time. Despite lack radiocarbon dating to adjust these conditions temporally, a chronology between 3,000 and 2,000 years BP is estimated. This conditions contrast with the rest of Buenos Aires province, especially the South East, where characteristics of arid environment are registered.
 
Keywords: Paleoenvironmental studies, Mollusk, Sierras Bayas hills.

INTRODUCCIÓN

En arqueología los estudios del ambiente del pasado se realizan con el objetivo de reconstruir los cambios en el contexto físico y biológico del hábitat humano. A través de la reconstrucción paleoambiental se intenta reconocer las condiciones iniciales de la ocupación humana e identificar cambios en aquellas condiciones que provocaron ajustes adaptativos. Estos estudios se enmarcan dentro del enfoque conocido como arqueología ambiental (Dincauze 1987, 2000).
Los estudios del paleoambiente, desde una perspectiva arqueológica, ofrecen datos que se ajustan a la escala espacial (pequeña o micro) de sitio o área de actividad y una escala temporal (micro) menor que un siglo, o bien que involucra centurias a milenios (mesoescala) (i.e., Dincauze 2000). Otras disciplinas involucradas en aspectos de reconstrucciones paleoambientales tienen diferentes objetivos, con sus propias escalas de observación y recolección de datos. El objetivo es evaluar la extensión geográfica y la duración temporal de las variaciones del clima, ya que pueden ser consideradas reflejo de condiciones locales y/o globales (ver Stein y Linse 1993).
La arqueología ambiental emplea conceptos, métodos y técnicas, desarrollados por varias disciplinas. Los principales aportes provienen de la paleontología, ecología, zoología, botánica, geología, oceanografía, climatología, pedología y geoquímica, entre otras (Redman 1999). La evidencia biológica puede ofrecer información de distintas escalas para la arqueología y se los denomina bioindicadores o proxy data. Los bioindicadores son aquellos restos que ofrecen evidencia indirecta relacionada con fenómenos del paleoambiente que se busca conocer. Por lo tanto, el conocimiento de los cambios climáticos del Holoceno se adquiere a partir de tales registros basándose en un razonamiento analógico. Cada una de las disciplinas se apoya en las observaciones del presente para comprender fenómenos del pasado imperfectamente observables.

ANTECEDENTES DE ESTUDIOS PALEOAMBIENTALES EN ARQUEOLOGÍA

El estudio del ambiente en contextos arqueológicos se ha realizado desde el siglo XIX en cuevas del paleolítico europeo y en sitios arqueológicos de diferentes partes del mundo (i.e., Baerreis 1976; Evans 1972, 1984, 1991; Bell y Walker 1992; Spindler 1994; Balakrishnan et al. 2005). Los primeros estudios del ambiente del pasado se realizaron a partir de restos faunísticos y granos de polen por parte de paleontólogos y neoecologistas (Guiot 1991; Evans y O’Connor 1999). Durante la década del ’90, en Europa y América del Norte, los estudios tradicionales incorporaron nuevas técnicas y se incrementó considerablemente la información sobre los cambios climáticos del Cuaternario.
En las investigaciones paleoambientales ocurrieron avances significativos que introdujeron cambios en el conocimiento a partir de las perforaciones en testigos de hielo y en fondos oceánicos, ya que ofrecieron un registro estratigráfico continúo. Por tal motivo, los registros utilizados más recientemente y de mayor resolución temporal son la dendroclimatología, los microfósiles (foraminíferos, moluscos, dinoflagelados, corales) obtenidos de testigos oceánicos, testigos de hielo, sedimentos de lagos/lagunas (varves, ostrácodos, diatomeas, carófitas), secuencias estratigráficas de loess y de sedimentos fluviolacustres (i.e., moluscos, fitolítos) (i.e., Williams et al. 1993; Lowe y Walker 1997; Battarbee y Binney 2007).
Los estudios sobre la vegetación del pasado se realizan a partir de los macrorestos de plantas (hongos, granos y flores) o microrestos tales como polen, esporas y fitolítos. La distribución discontínua de los macrorestos en el espacio puede responder a un tipo de actividad específica. Para determinarlo se debe tener en cuenta la distribución y el origen de la acumulación natural o cultural. En caso de depositación natural, el patrón de las asociaciones de especies se asemeja a la vegetación que crece en el lugar y las asociaciones reflejan la diversidad del medio. La disponibilidad de una colección de referencia con material comparativo para diferentes áreas permite evaluar la selección de los humanos con preferencia de ciertas plantas. Asimismo, determinar el agente que la depositó provee información acerca del comportamiento relacionado a las plantas, selección por uso, información del tamaño, diversidad y calidad de los recursos utilizados (i.e., Dimbleby 1985).
Los granos de polen son uno de los bioindicadores más utilizados debido a su notable resistencia a la desintegración a través del tiempo y la singularidad de su morfología. Su estudio es el fundamento de la Palinología. Los granos de polen son producidos por los órganos masculinos de floración de las plantas (i.e., bosques de coníferas). Las esporas son células reproductivas asexuales de plantas de no-floración (i.e., hongos, musgos, helechos). Estos bioindicadores involucran diferentes tasas de supervivencia de acuerdo al tipo de suelo, así como en la dimensión temporal y espacial (i.e., Prieto 1994; López Sáez et al. 2003).
Los fitolítos son estructuras de sílice de la planta y conforman la parte inorgánica que se incorpora rápidamente al sedimento cuando la parte orgánica se descompone. El tamaño de los fitolítos y su frecuencia de aparición dependen fundamentalmente de la humedad. Generalmente se utilizan en reconstrucciones paleobotánicas para inferir el tipo de vegetación en ambientes abiertos o de praderas y pueden ser usados en combinación con el análisis polínico. El análisis de los fitolítos también ha sido aplicado en otros contextos arqueológicos, como cálculos dentales de ungulados, residuos de cocina, en filos de instrumentos líticos (i.e., Pearsall 2000; Osterrieth 2000; Coils et al. 2003).
En ambientes lacustres los microrestos más utilizados son las diatomeas, carófitas, ostrácodos, e incluso insectos y coleópteros. Las diatomeas son estructuras silíceas de algas unicelulares, llamadas frústulo, que conforman una parte importante del fitoplancton. Debido a su buena preservación a través del tiempo, permiten reconstruir ambientes de distintos tipos, estuariales tanto como lacustres y fluviales. A partir de las diatomeas, es posible inferir variaciones ambientales ya que cada taxón posee un rango de tolerancia particular con respecto a ciertas variables del cuerpo de agua (i.e., salinidad del agua). En consecuencia, es posible inferir períodos de mayores precipitaciones debido al incremento de especies de agua dulce y o bien eventos de mayor evaporación debido a una mayor salinidad durante el verano (i.e., Espinosa et al. 2006). Otro bioindicador son los carófitos, algas verdes macroscópicas, que se preservan en estado fósil a través de la estructura llamada girogonite (resto calcáreo de gametangio femenino fertilizado). Debido a que son muy sensibles a los cambios ecológicos resultan de utilidad como marcadores paleolimnológicos (e.g., salinidad, profundidad, temperatura, energía) (García 1994). Asimismo, las cápsulas cefálicas de quironómidos, macroinvertebrados bentónicos de aguas dulces, brindan información sobre los cambios de temperatura debido a su alta sensibilidad a los mismos (i.e., Ruiz et al. 2006; Massaferro 2009).
La composición de Oxígeno y de Carbono de los microrestos previamente mencionados, pueden brindar información respecto del medio (i.e., Buchardt y Fritz 1980; Lowe y Walker 1984; Dawson 1992; Brenchley y Harper 1998). Ambos elementos integran la mayor parte de los procesos biológicos (respiración y fotosíntesis) y físicos (evaporación, condensación, congelación, fusión) (Lowe y Walker 1984; Molles 2005). El Carbono forma parte de los organismos en su mayoría bajo la forma y en menor proporción . La cantidad de no disminuye a partir de la muerte del organismo, como ocurre con la cantidad de , que se va desintegrando. La composición del carbono permite determinar el tipo de dieta de los animales herbívoros (consumidores primarios), de acuerdo al ciclo fotosintético utilizado por la planta consumida (Cerling 1984; Cerling y Quade 1993). El fundamento de estos estudios isotópicos ha sido aplicado para estudiar cambios faunísticos y de la comunidad vegetal en respuesta a variaciones climáticas (i.e., De Niro 1987; Balakrishnan et al. 2005). Otras aplicaciones arqueológicas se realizaron para evaluar diferentes aportes dietarios desde recursos marinos vs terrestres, o para reconocer a través de la alimentación diferencias de estatus entre sectores sociales en grupos de agricultura incipiente.
En la actualidad existe un detallado registro isotópico a partir de microfósiles (entre ellos, moluscos terrestres y acuáticos) de gran profundidad temporal provenientes de contextos diversos, tales como fondos oceánicos, paleosuelos sedimentos lacustres y eólicos (loess) (i.e., Shackleton 1987; Kelly et al. 1993; Bonadonna et al. 1999; Brennan y Quade 1997; Goodfriend y Ellis 2000; Rousseau et al. 2006).
El registro arqueofaunístico ofrece datos de las condiciones del ambiente donde el hombre y los animales coexistieron (clima y hábitat) (i.e., Marean y Gifford-González 1991; Gifford-González 1991; O’Connor 2000). Sin embargo, es necesario demostrar la asociación contextual entre ambos con evidencia adicional. La fauna que se preserva provee información respecto del rango areal y duración de la vida de un individuo. Por consiguiente, las escalas de las reconstrucciones ambientales del pasado varían con el tamaño y movilidad del indicador animal. La sensibilidad de los animales a los factores ambientales varía en una proporción inversa a sus tamaños. Los grandes animales de larga vida y alta movilidad son menos específicos como bioindicadores de las reconstrucciones del ambiente (O’Connor 2000). Asimismo, las inferencias acerca de las condiciones ambientales dependen en gran medida, del conocimiento disponible acerca de los componentes del clima y del ambiente que limita la abundancia de los taxones presentes en los depósitos arqueológicos.
El registro malacológico o los pequeños moluscos son típicamente mejores indicadores que los grandes mamíferos, ya que proveen datos a una escala micro (Evans y O’Connor 1999). Los moluscos de agua dulce son sensibles a la temperatura y a la composición química del agua del sistema fluvial o lacustre donde habitan (Lowe y Walker 1984). La morfología y la composición química de la conchilla está relacionada con las condiciones ambientales mencionadas así como por la disponibilidad de alimentos y estacionalidad (traducida en distintas tasas de crecimiento) (i.e., Claassen 1998). Los moluscos terrestres son sensibles al tipo y características del sustrato, la temperatura del suelo, la humedad y las comunidades de plantas del hábitat donde viven. La vegetación y la humedad del sustrato son condiciones del hábitat cruciales para los gasterópodos herbívoros (i.e., Evans 1991; Harris y Thomas 1991). La ocurrencia y abundancia relativa de estos moluscos brindan información paleoambiental a escala local en suelos calcáreos donde los moluscos son abundantes y se preservan bien (Evans 1984; Dincauze 2000). Las asociaciones de moluscos continentales son muy sensibles a la variación medioambiental, ya que el tiempo de respuesta de estas malacofaunas a los cambios es rápido (menos de 50 años) (Puissegur 1976; Lozek 1990; Light y Killeen 1996; Moine et al. 2002). Por consiguiente, a partir del registro malacológico y de las variaciones climáticas indicadas por los moluscos continentales, es posible obtener información indirecta del paleoambiente donde se encuentran los sitios arqueológicos.

Para la interpretación paleoambiental basada en restos fósiles es fundamental la comparación entre datos provistos por distintas fuentes de evidencia: análisis de asociaciones faunísticas, registros polínicos, estudios geológicos y control cronológico del área en cuestión. Al mismo tiempo se requiere el conocimiento de condiciones particulares de cada área. Este procedimiento es apropiado para realizar interpretaciones que involucren largos períodos de tiempo dentro del Holoceno.

CASO DE ESTUDIO: CARACTERÍSTICAS AMBIENTALES DE OLAVARRÍA DESDE HACE 8.800 AÑOS ATRÁS

En el partido de Olavarría (provincia de Buenos Aires), se llevó a cabo un estudio paleoambiental abordado a través del análisis de las conchillas de moluscos provenientes de los perfiles estratigráficos y de las excavaciones de tres sitios arqueológicos. Uno de ellos localizado en la cuenca superior del arroyo Tapalqué: Campo Laborde. Los otros dos sitios están ubicados en un valle intraserrano de las Sierras Bayas: Calera y El Puente. Este trabajo realizado en el marco de la tesis doctoral (Steffan 2009) y la beca postdoctoral permitió generar inferencias paleoambientales con implicancias arqueológicas con el objetivo de aportar datos en el estudio de las primeras ocupaciones humanas durante el Holoceno. Estos estudios están siendo llevados a cabo por un equipo de investigación arqueológicas de mayores alcances, integrado por Gustavo Politis, Pablo Messineo, Cristian kaufmann y colaboradores (ver Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2009; Kaufmann y Messineo 2010).
En cada uno de los sitios se estudian diferentes aspectos del registro malacológico: taxonómicos, su distribución estratigráfica, su distribución geográfica moderna, la ecología de cada taxón (i.e., hábitat, dieta), observaciones tafonómicas y el análisis cuantitativo de las conchillas. Estas variables de análisis se consideran con el objetivo de caracterizar el paleoambiente en diferentes sectores aledaños a la ciudad de Olavarría durante el Holoceno temprano y el Holoceno tardío.
El sitio Campo Laborde está ubicado cronológicamente en el Holoceno temprano, ca. 8.000 años AP (Messineo 2008). La ocupación del sitio Calera presenta una cronología del Holoceno tardío, ca. 3.400 y ca. 1.750 años AP (Politis et al. 2005, Messineo y Politis 2007). Los materiales arqueológicos han sido estudiados desde diferentes enfoques (ver Politis et al. 2005). Las dataciones del sitio El Puente se encuentran aún en proceso; sin embargo, a partir de las características de la evidencia arqueológica, la asociación contextual y la estratigrafía se ha estimado que la ocupación humana podría corresponder al Holoceno tardío (Kaufmann y Messineo 2010).

Resultados

En Campo Laborde (Holoceno temprano) se reconocieron cuatro taxones de moluscos (Tabla 1). La especie más abundante es Succinea meridionalis (Figura 1) y la mayor proporción se concentra en la base del perfil estratigráfico (ca. 8.800 años AP). En cuanto al estado de preservación de las conchillas se observa cierto grado de fragmentación en S. meridionalis en los niveles inferiores del perfil.
En la cuadrícula 2 del sitio Calera (ca. 3.300-2.000 años AP) se identificaron un total de once taxones de moluscos. Diez de estos corresponden a gasterópodos y un bivalvo (Tabla 1). La mayor abundancia se observa en Drepanotrema sp. Desde el análisis tafonómico, se registra muy escasa fragmentación y pulido, particularmente en los taxones acuáticos de conchilla muy delgada como Aplexa minor, Drepanotrema sp., Uncancylus. concentricus y Pisidium sp. El análisis tafonómico y cuantitativo anexado recientemente para la cuadrícula 2 y las características geológicas, permitieron plantear algunas aproximaciones para el sitio arqueológico.
En El Puente se reconocen seis taxones de moluscos (Holoceno tardío) (Tabla 1). El taxón más abundante es Retidiscus reticulatus. El estado de preservación es muy bueno. La datación en proceso permitirán establecer la cronología del primer registro fósil para la región pampeana de Pisidium sp. y Antillorbis nordestensis.
En las recolecciones superficiales de ejemplares vivientes realizadas en el arroyo Tapalqué, arroyo San Jacinto y en zonas aledañas a los mismos se recuperaron ocho taxones de moluscos (Tabla 1). Entre ellos seis taxones de gasterópodos son de ambientes acuáticos (Heleobia parchappii, U. concentricus A. minor, Biomphalaria peregrina, Antillorbis nordestensis y Drepanotrama sp.), un taxón bivalvo (Pisidium sp) y uno hidrófilo (Omalonyx unguis).

Tabla 1: Composición total del registro malacológico de los sitios arqueológicos y vivientes en el área de Olavarría. Referencia: Se indican los primeros registros en el área.

b1

b2

Figura 1: Diversidad y abundancia relativa de moluscos de los sitios estudiados.

Interpretaciones paleoambientales para los sitios de Olavarría

El análisis sistemático, tafonómico y cuantitativo llevado a cabo permite inferir ciertas características ambientales para cada uno de los sitios arqueológicos de Olavarría. En el sitio arqueológico Campo Laborde se registran eventos de caza/carroñeo (muy próximos en el tiempo) de Megatherium americanum (Messineo 2008), cronológicamente ubicado en ca. 8.000 años AP, con edades extremas en ca. 9.700 años AP y 6.700 años AP (Holoceno temprano) (Messineo y Politis 2009). El análisis malacológico permite inferir la presencia de un ambiente de pantano, vinculado con el incremento de las condiciones de humedad del suelo. Posteriormente, se registra una leve disminución de la humedad, mientras se mantenían las características palustres del microambiente. Por lo tanto, en el depósito donde se hallaron los restos de megamamíferos presenta condiciones favorables para el encharcamiento durante periodos de tiempo prolongados. Estas conclusiones son coincidentes con la evidencia estratigráfica, sedimentológica y polínica (ver Prieto 1996; Messineo 2008).
Con respecto a la cuadrícula 2 del sitio Calera, trabajos arqueológicos previo proponen un origen relacionado con prácticas rituales múltiples y con el depósito ceremonial de objetos y desechos (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007) y/o festines (Politis et al. 2005; Álvarez 2009). A partir del análisis de los moluscos dentro de la cuadrícula 2 se registra la presencia de un microambiente de agua dulce, de características lacustres a palustres calcáreas, oxigenado y sin corriente de agua encauzada. La cuadrícula 2 de Calera podría haber permanecido abierta luego de las ofrendas y se habría inundado a partir del escurrimiento superficial del agua hacia los rasgos excavados antrópicamente en el sedimento. Estas condiciones ocurren debido a la posición topográfica las superficies de escurrimiento del área de Calera, caracterizadas por una baja a muy baja capacidad de drenaje. Estas superficies favorecen la formación de cuerpos de aguas aislados, de profundidad variable durante un período de condiciones ambientales más húmedas que las actuales. Por lo tanto, estas condiciones ambientales explicarían la abundancia de taxones lacustres (i.e., Drepanotrema) en estrecha relación con restos de diatomeas (características de ambientes de baja energía). Además, la presencia de ostrácodos, carófitos (estructuras reproductivas de las algas) y la composición sedimentaria, (fundamentalmente arenosa) indicarían un microambiente de agua dulce. El desarrollo de las características lacustres habría ocurrido de manera alternante con los eventos de ocupación humana. E incluso se infieren momentos de desecación y exposición de las conchillas de moluscos. Estas oscilaciones se infieren a partir de la redepositación del carbonato de calcio en las conchillas. Con posterioridad a los eventos de ocupación del sitio Calera ocurrieron condiciones ambientales más húmedas que las actuales.
Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el sitio El Puente señalan que los depósitos podrían corresponder a un sitio arqueológico multicomponente como consecuencia de haber sido ocupado por los grupos indígenas en diferentes lapsos temporales (Kaufmann y Messineo 2010). Los resultados malacológicos preliminares de El Puente permiten inferir que en la sección inferior del perfil estratigráfico, se infiere la presencia de un sustrato húmedo, vegetado y rico en nutrientes. Posteriormente se desarrolló un sector inundable, de características pantanosas. Como resultado de un período de mayores precipitaciones, probablemente superiores a las actuales en el área. Luego se registra la desecación del mismo y posteriormente, leve desarrollo de un cuerpo de agua. Hacia la sección superior del perfil la asociación malacológica indicarían la desecación del cuerpo de agua hacia condiciones pantanosas y la presencia de suelos húmedos, marcada por una tendencia hacia el descenso de la humedad. Esta interpretación es coincidente con la composición sedimentológica arcillo-limosa. En cuanto a la cronología del sitio, se encuentra en proceso las dataciones, sin embargo, el registro de R. reticulatus permitiría generar ciertas expectativas respecto de la edad ya que su presencia está acotada entre ca. 4.900/4.700 y ca. 1.000 años AP. Sin embargo, su mayor abundancia ocurre entre ca. 3.000 – 2.000 años AP. Por lo tanto se espera que los fechados se ubiquen en el Holoceno tardío. Debido al carácter preliminar de estos resultados con posteriores estudios geoarqueológicos se espera establecer una correlación más ajustada entre el perfil analizado y el de la excavación del sitio arqueológico.
Las principales aproximaciones paleoambientales planteadas a partir del análisis de los moluscos presentan resultados coincidentes con los modelos paleoambientales propuestos por otros proxy (i.e., Prieto 1996; Quattrocchio et al. 2008). El registro de moluscos del Holoceno temprano muestra un incremento de la humedad en ca. 8.800 años AP que favoreció la presencia de condiciones palustres durante un período prolongado de tiempo. Seguido por una intensificación muy breve de las condiciones húmedas y un posterior descenso de las mismas.
Durante Holoceno tardío, el registro malacológico de las sierras Bayas muestra una notable abundancia de la diversidad, en general, vinculada a condiciones de mayor humedad.  La riqueza y diversidad de moluscos, y los atributos tafonómicos de las conchillas acuáticas (alta fragmentación) sugieren transporte de las conchillas, probablemente relacionadas con eventos cortos de inundación con posterioridad a los ca. 2.200/ca. 2.100 años AP en el sitio Calera. Estos eventos se relacionan con el período de mayores precipitaciones dentro de una tendencia árida durante el Holoceno tardío. Como evidencia adicional para dichas inferencias se registran desplazamientos biogeográfico por efecto de las variaciones en las precipitaciones en los sitios de las sierras Bayas (Calera y El Puente). Sin embargo, los estudios realizados para el área Interserrana indican extensos períodos áridos-semiáridos en el área Interserrana interrumpidos por cambios rápidos de humedad (i.e., Tonni et al. 1999; Quattrocchio et al. 2008). Lamentablemente, por el momento no es posible comparar el presente análisis con otros bioindicadores para el área serrana, ya que no se dispone de otros registros paleoambientales. Futuros estudios permitirán discutir con mayor número de evidencias estas señales del paleoambiente, en apariencia, diferentes entre el área Interserrana y serrana de la provincia de Buenos Aires durante el Holoceno tardío.

CONCLUSIONES

Los estudios malacológicos han demostrado ser buenos indicadores de las condiciones del ambiente del pasado. El estudio llevado a acabo en el área de Olavarría aporta elementos para detectar distintos microambientes durante el Holoceno. A partir del conjunto de resultados obtenidos se propone que durante el Holoceno temprano, los grupos humanos que ocuparon el área Interserrana se tuvieron que adaptar a un periodo de transición de condiciones paleoambientales semiáridas a húmedas. Estas condiciones favorecieron el desarrollo de ambientes de pantanos de mayor o menor extensión dependiendo de los sectores analizados.
Durante el Holoceno tardío se ha identificado una gran diversidad de restos de moluscos de ambientes terrestres y fluviales, en ciertos casos, vinculada a eventos húmedos de variable intensidad. Estos eventos de mayores precipitaciones habrían sido breves con posterioridad a los ca. 2.200/ca. 2.100 años AP dentro de una tendencia general de condiciones áridas durante el Holoceno tardío.

AGRADECIMIENTOS

A los Dres. Pablo Messineo y Cristian Kaufmann por facilitar información de los sitios arqueológicos analizados. A los directivos de la empresa Cementos Avellaneda S.A., que posibilitaron las excavaciones en los sitios Calera y El Puente. Los trabajos de campo y de laboratorio fueron realizados con subsidios del CONICET y del Núcleo de Investigación INCUAPA (Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, FACSO-UNCPBA), dirigido por el Dr. G. Politis y el Lic. J. L. Prado.

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez, M. C. 2009. Análisis de los restos faunísticos del sitio Calera (Sierras Bayas, partido de olavarría). Un aporte a su funcionalidad a través del estudio de los mamíferos. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXIV: 29-52.
Baerreis, D. A. 1976. Land Snails in Archaeology: With Special Reference to the British Isles. American Anthropologist, New Series, 78 (3): 708-709.
Balakrishnan, M., J. Y. Crayton, D. Meltzerb y J. Thelerc. 2005. Paleoenvironment of the Folsom archaeological site, New Mexico, USA, approximately 10,500 14C yr B.P. as inferred from the stable isotope composition of fossil land snail shells. Quaternary Research 63: 31– 44.
Battarbee, R.W. y H.A. BinneY (Eds). 2007. Natural climate variability and global warming. A Holocene perspective. Willey and Blackwell. 276 pp.
Bell, M. y M. Walker. 1992. Late Quaternary Environmental change: physical and human perspectiva. London, Longman.
Bonadonna, F. P, G. Leone y G. Zanchetta. 1999. Stable isotopes analysis on the last 30ka molluscan fauna from Pampa Grassland, Bonaerense region, Argentina. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 153: 289-308.
Brenchley, P. J. y D. A. T. Harper. 1998. Paleoecology: ecosystems, environments and evolution. Chapman y Hall, London.
Brennan, R. y J. Quade. 1997. Reliable late-Pleistocene stratigraphic ages and shorter groundwater travel times from 14C in fossil snails from the Southern Great Basin. Quaternary Research 47: 329–336.
Buchardt, B. y P. Fritz. 1980. Environmental isotopes as environmental and climatological indicators. En: Fritz, P. y J. Ch. Fontes, (Eds.), Handbook of Environmental Isotope Geochemistry, The Terrestrial Environment, A, vol. 1, Pp: 473- 504. Elsevier, Amsterdam
Cerling, T. E. 1984. The stable isotopic composition of modern soil carbonate and its relationship to climate. Earth and Planetary Science Letters 71: 229– 240.
Cerling, T. E. y J. Quade. 1993. Stable carbon and oxygen isotopes in soil carbonates. En: Swart, P. K., Lohman, K. C., McKenzie, J. Savin, S. (Eds.), American Geophysical Union, Climate Change in Continental Isotopic Records.Geophysical Monograph 78: 217 - 231.
Claassen, C. P. 1998. Shells. (Cambridge Manuals in Archaeology). Cambridge University Press, Cambridge.
Coils, J., M. A Korstanjeb, S Archera y C. A. Hastorfa. 2003. Laboratory goals and considerations or multiple microfossil extraction in archaeology. Journal of Archaeological Science 30: 91–1008.
Dawson, A. G. 1992. Ice age Earth: Late Quaternary geology and climate. Routledge. New York, Pp 293.
De Niro, M. J. 1987. Stable Isotopy and Archaeology. American Scientist 75: 182-187.
Dincauze, D. F. 1987. Strategies for paleoenvironmental reconstructions in archaeology. En: M. B. Schiffer (Ed.), Advances in Archaeological Method and Theory 11: 255-304.
Dincauze, D. F. 2000. Environmental Archaeology. Principles and Practice. Cambridge University Press, Cambridge.
Dimbleby, G. 1985. The Palynology of Archaeological Sites, Academic Press, London.
Espinosa, M. A., G. S. Hassan y F. I. Isla. 2006. Diatom distribution across a tempearte microtidal marsh, Mar Chiquita coastal lagoon, Argentina. Thalassas 22 (2): 9-16.
Evans, J. G. 1972. Land Snails in Archaeology: with special reference to the British Isles. Studies in Archaeological Science, Academic Press Inc.
Evans, J. G. 1984. Land snail analysis. En: B. Cunliffe (Ed.), Danebury: an Iron Age Hillfort in Hampshire. Vol 2. The excavation 1969-1978: The finds, London, Council for British Archaeology, Research report 52: 474- 481.
Evans, J. C. 1991. An approach to the interpretation of dry-ground and wet-ground molluscan taxocenes from central-southern England. En: D. R. Harris, K-D. Thomas (Eds.), Modelling ecological change, pp: 75-89. Institute of Archeology, London.
Evans, J. G. y T. P. O'Connor. 1999. Environmental Archaeology, principles and methods. Alan Sutton, Stroud.
Garcia, A. 1994. Charophyta: their use in paleolimnology. Journal of Paleolimnólogy 10: 43-52.
Goodfriend, G. A. y G. L. Ellis. 2000. Stable carbon isotope record of middle to late Holocene climate changes from land snail shells at Hinds Cave, Texas. En: S. Wolfe, G. Goodfriend, R. Baker (Eds.), Holocene Environmental Change on the Great Plains of North America. Quaternary Intermational 67: 47– 60.
Gifford-González, D. 1991. Bones are not enorug: analogues, knowledge, and inerprettive strategies in zooarchaeology. Journal of Anthropological Archaeology 10: 215-254.
Guiot, J. 1991. Structural characteristics of proxy data and methods for quantitative climate reconstruction. Pp: 271-284. En: B. Frenzel, A. Pons, B. Gläser (Eds.), ESF Project European Palaeoclimate and Man. Gustav Fischer Verlag, Stuttgart.
Harris, D. R. y K. Thomas. 1991. Modelling ecological Change: perspectives from neoecology, palaecology and environmental archaeology, London. Institute of Archaeology, University College London.
Kaufmann, C. A. y P. G. Messineo. 2010. Investigaciones arqueológicas en el sitio El Puente. Una ocupación indígena en las Sierras Bayas (Partido de Olavarría, Bueno Aires). Newsletter Nº 15. Publicación electrónica de la Facultad de Ciencias Sociales - UNICEN.
Kelly, E. F., C. Yonker y B. Marino. 1993. Stable carbon isotope composition of paleosols: an application to Holocene. En: Swart, P. K., Lohmann, K.C, McKenzie J, Savin S. (Eds), Climate change in continental isotopic records. Geophysical Monograph 78: 233-239.
Light, J. M. y I. Killeen. 1996. Cartographie de la répartition des mollusques continentaux dans les îles britanniques. Vertigo 6: 33–40.
López Sáez, J.  A., López García, P. y F. Burjachs. 2003. Arqueolopalinología: síntesis crítica. Polen 12:5-35.
Lowe, J. J. y M. J. C. Walker. 1997. Reconstructing Quaternary Environments 2nd edition. Longman, London.
Lozek, V. 1990. Molluscs in Loess, their paleoecological significance and role in geochronology—principles and methods. Quaternary International. 7-8: 71–79.
Marean, C. y D. Gifford-González. 1991. Late Quaternary extinct ungulates of East Africa and paleoenvironmental implications. Nature 350: 418-420.
Massaferro, J. 2009. Paleoecología: el uso de los quironómidos fósiles (Diptera: Chironomidae) en reconstrucciones paleoambientales durante el Cuaternario en la Patagonia. Revista de la Sociedad de Entomología Argentina 68 (1-2): 209-217. 
Messineo, P. G. 2008. Investigaciones arqueológicas en la cuenca superior del arroyo Tapalqué (partidos de Olavarría y Benito Juárez, Provincia de Buenos Aires). Tesis doctoral, Facultad de Ciencia Naturales, Universidad Nacional de La Plata.
Messineo, P. G. y G. G. Politis. 2007. El Sitio Calera. Un depósito ritual en las Sierras Bayas  (Sector Noroccidental de Tandilia). En: Bayón C., Pupio, A., González, M.I. (Ed). Arqueología de las Pampas, Tomo II, pp: 697- 720. Sociedad Argentina de Antropología. Buenos Aires.
Messineo,  P. G. y G. G. Politis. 2009. New Radiocarbon Dates from the Campo Laborde Site (Pampean Region, Argentina) Support the Holocene Survival of Giant Ground Sloth and Glyptodonts. Current Research in the Pleistocene 26: 5-9.
Moine, O, D-D. Rousseau, D. Jolly y M. Vianey-Liaud. 2002. Mutual Climatic Range on Terrestrial Mollusks. A new transfer function. Quaternary Research 57: 162–172.
Molles, M. C. 2005. Ecología. Conceptos y aplicaciones. Mc Graw Hill- Interamericana. Falta editorial, Madrid.
O’Connor, T. P. 2000. The Archaeology of Animal Bones. Stroud: Sutton Publishing. Osterrieth, M. 2000. Silicofitolitos una herramienta para la comprensión de procesos pedológicos del Cuaternario. Actas XVII Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo: 4. Mar del Plata.
Prieto, A. 1994. Arqueopalinología. Jornadas de Arqueologia e Interdisciplinas: pp 9-20. Buenos Aires.
Prieto, A. 1996. Late Quaternary vegetation and climatic changes in the Pampa Grassland of Argentina. Quaternary Research 45: 75-88.
Pearsall, D.M. 2000. Paleoethnobotany: A Handbook of Procedures, second ed., Academic Press, New York.
Politis, G., P. G. Messineo, C. A. Kaufmann, M. P. Barros, M. C. Álvarez, V. Di Prado y R. Scalise. 2005. Persistencia ritual entre cazadores recolectores de la llanura pampeana. Encuentros: Identidad, poder y manejo de los espacios públicos. P. Kaulicke y T. Dillehay (Ed.), Boletín de Arqueología PUCP 9 (2006), Pp: 67-90.
Puisségur, J. J. 1976. Mollusques continentaux quaternaires de Bourgogne: significations stratigraphiques et climatiques. Rapports avec d’Autres Faunes Boreales de France. Memoires Geologiques de l’Universite de Dijon, vol. 3, Centre de paleogeographie et de paleobiologie evolutives, Dijon.
Quattrocchio, M. E., A. M. Borromei, C. M. Deschamps, S. C. Grill y C. A. Zavala. 2008. Landscape evolution and climate changes in the Late Pleistocene–Holocene, southern Pampa (Argentina): Evidence from palynology, mammals and sedimentology. Quaternary International 181: 123–138.
Redman, Ch. 1999. Human Impact on Ancient Environments. University of Arizona press, Tucson.
Rousseau, D. D, C. Hatte, J. Guiot, D. Duzer, P. Schevin y G. Kukla. 2006. Inversing biomes and δ 13C for the Grande Pile Eemian record: reconstruction of an instable climate interval. Quaternary Science Review 25: 2806-2819.
Ruiz, Z., A. G. BrowN y P. G. Langdon. 2006. The potential of chironomid (Insecta: Diptera) larvae in archaeological investigations of floodplain and lake settlements. Journal of Archaeological Science 33: 14-33.

Shackleton, N. J. 1987. Oxygen isotopes, ice volume and sea level. Quaternary Science Reviews 6:183-190.
Spindler, K. 1994. The man in the ice, Harmony Books, New York.
Stein, J. K. y A. R. Linse (Eds.) 1993. Effects of Scale on Archaeological and Geoscientific Perspectives Geological Society of America, Special Paper 238, Boulder, Colorado.
Steffan, P. 2009. Reconstrucción paleoambiental de contextos arqueológicos del área Interserrana. Tesis doctoral inédita. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata.
Tonni, E. P., A. Cione y A. Figini. 1999. Predominance of arid climates indicated by mammals in the pampas of Argentina during the late Pleistocene and Holocene. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Paleoecology 147: 257-281
Williams, M., D. Dunkerley, P. De Deckker, P. Kershaw y J. Chappell. 1993. Quaternary Environmental. Springer, London.

2011. Newsletter . ISSN 1850-261X Copyright © Facultad de Ciencias Sociales. UNCPBA. Argentina