Intersecciones en Comunicación

ISSN 1515-2332 (versión impresa)

ISSN 2250-4184 (versión On-line)

Intersecciones en Comunicación.  n.6 Olavarría ene./dic. 2012

La responsabilidad de los actores en la cobertura mediática del “conflicto del campo” de 2008: un estudio de caso a partir de la realidad argentina

Zunino Esteban[1] y Natalia Aruguete[2]

Recibido 13/45/2012.

Aceptado 29/08/2012.

 

RESUMEN

El objetivo de este trabajo es analizar la cobertura mediática hecha por Clarín, el diario más importante de la Argentina y el de mayor circulación en el mundo de habla hispana, sobre el llamado “conflicto del campo”, que enfrentó al gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner y al sector agrario, en el año 2008.

Los objetivos específicos apuntan a conocer: 1) el tratamiento noticioso que se hizo de los distintos actores involucrados en este caso; 2) el nivel de incumbencia que recayó sobre ellos y 3 si tal atribución de responsabilidad fue preponderantemente individual o institucional. Por intermedio de la metodología del Análisis de contenido se estableció si éstos fueron mencionados en términos institucionales, individuales o mixtos. Los resultados evidencian que la atribución individual (49%) superó a la atribución institucional (39,4%) y a la atribución mixta (11.6%), situación que demuestra que la espectacularización y descontextualización de la noticia estuvieron presentes en la cobertura del caso.

Palabras Clave: Personalización de la noticia – Atribución de responsabilidad – Diario Clarín – Conflicto rural – Rutinas periodísticas.

 

Abstract:

THE ACTORS´S RESPONSIBILITY IN THE CONFLICT´S MEDIA COVERAGE: A STUDY CASE FROM THE ARGENTINIAN REALITY. The objective of this paper is to analyze the media coverage made “by Clarín, the most important agentinian newspaper, about the called “rural conflict”. It took place from March to July 2008 between the Argentine government of Cristina Fernandez de Kirchner and the agricultural sector. The specific objectives aim to know: 1) treatment that was news of the various actors involved in this case; 2) the level of responsibility that fell on them and 2) whether such attribution of responsibility was predominantly individual or institutional. To observe these aspects, we conducted a study design based on content analysis. Results show that the individual attribution (49%) outnumbers the institutional attribution (39%) and the mixed attribution (11.7%). This situation demostrate that the espectacularización and descontextualización of the news were present in the coverage.

Keywords: News´s personalization - Responsibility’s attribution – Clarín newspaper – Rural conflict - Journalistic routines.

 

INTRODUCCIÓN

Tanto en los primeros estudios de gatekeeping (Breed, 1955; Lewin, 1947; White, 1950) como en la investigación más abarcadora sobre el proceso de elaboración de los mensajes, denominada newsmaking, se ha hecho hincapié en los factores que intervienen en la producción de las noticias. Autores como Shoemaker y Reese (1996) afirman que existen fuerzas positivas y negativas que operan a distintos niveles, afectando la selección de los eventos que se convierten en noticia como el tipo de cobertura que se hace de ellos. Entre tales fuerzas se encuentran los valores individuales, las normas y procedimientos profesionales, las políticas editoriales, el acceso a recursos, las interacciones entre los medios y otras instituciones y las demandas y presiones de los entornos político, económico, social y cultural. Es posible nombrar una multiplicidad de factores que actúan como condicionantes del proceso de construcción de la agenda de los medios y la forma de presentar los hechos noticiables y a sus protagonistas (Aruguete, 2011).

La convergencia de estos elementos hace que los profesionales de los medios sean verdaderos “coproductores de significados” (Balbín, 2008). En efecto, las rutinas periodísticas —entre las que sobresalen las exigencias de la organización y las características técnico-expresivas de cada medio— pueden afectar el retrato de la realidad social difundida.

Bennett (1991) encuentra una serie de distorsiones y sesgos en los contenidos informativos, que resultan del propio proceso de producción de las noticias: dramatización, fragmentación, normalización y personalización. En este trabajo nos centraremos en la “personalización de la noticia”, según la cual los medios tienen una tendencia “irresistible” a focalizar su atención en los actores más que en sus acciones, debido a la naturaleza dramática del interés humano en las historias (Bennett, 1991).

En forma paralela, nos basaremos en los supuestos de la teoría de la Atribución. Sus clásicos asumen que los seres humanos generan explicaciones causales para entender la complejidad del mundo en que viven (Heider, 1958; 1978; Sherif, 1967). Coherente con ello, el tipo de encuadre utilizado por los medios puede influir en las responsabilidades políticas de individuos o grupos, que pueden ser de tipo disposicionales o estructurales (Iyengar, 1991).

Partiendo de estas dos aproximaciones teóricas —la personalización de la noticia y la teoría de la Atribución—, el objetivo de este trabajo es analizar la cobertura mediática hecha por Clarín sobre el llamado “conflicto del campo”. Este fenómeno, que tuvo lugar entre marzo y julio de 2008, enfrentó al gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner y al sector agrario, a partir del anuncio de la Resolución Nº 125 que fijaba un nuevo esquema de retenciones a las exportaciones de algunos productos primarios. La decisión de analizar la cobertura de Clarín radica en que se trata del diario más importante de la Argentina tanto por su nivel de tirada, que alcanza un promedio de 271.411 ejemplares de lunes a sábado y de 579.575 los días domingos[3] como por la cantidad de medios que controla directa o indirectamente y que lo convierten en el mayor multimedios del país. Además, Clarín es el diario de mayor circulación en el mundo de habla hispana (Albornoz, 2006).

Los objetivos específicos apuntan a conocer: 1) el tratamiento noticioso que se hizo de los distintos actores involucrados en este caso; 2) el nivel de incumbencia que recayó sobre ellos y 3) si tal atribución de responsabilidad fue preponderantemente individual o institucional. Para observar tales aspectos, se recurre a la metodología de análisis de contenido (Bardin, 2002; Igartua, 2006; Krippendorf, 1990). Mediante esta técnica, se computan los primeros cinco actores que aparecen en las notas de Clarín sobre el “conflicto del campo” y se distingue si éstos son mencionados en términos institucionales, individuales o mixtos.

CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO

La contienda entre el Gobierno nacional y las principales entidades del agro argentino se desató el 11 de marzo de 2008, con el anuncio de la Resolución N° 125, que establecía un aumento en los derechos de exportación de materias primas. El nuevo cuadro de gravámenes elevaba las retenciones a la soja del 35% al 44,1% y al girasol del 32,1% al 39,1%, mientras que reducía las alícuotas para el maíz y el trigo en un 1%. Asimismo, los porcentajes de tales impuestos quedaban atados a la evolución de los precios internacionales.

Los argumentos del Poder Ejecutivo para justificar la medida quedaron básicamente condensados en dos iniciativas: 1) redistribuir la renta extraordinaria del agro hacia otros sectores sociales y productivos y 2) desacoplar los precios de los productos destinados al mercado interno de la evolución internacional de los precios de los commodities.

La respuesta de las entidades del “agro pampeano”[4] no se hizo esperar. Tal reacción derivó en “un enfrentamiento inédito (entre el Gobierno nacional y las entidades agrarias), tanto por su duración como por la cohesión alcanzada por todas las organizaciones y los métodos utilizados durante su desarrollo” (Basualdo y Arceo, 2009: 51).

La Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Cooperativa Limitada (CONINAGRO) y la Federación Agraria Argentina (FAA) confluyeron en un órgano autodenominado “Mesa de Enlace”, desde el que dirigieron orgánicamente la protesta.

La acción conjunta de entidades agropecuarias, que históricamente representaron a sectores diferentes, se explica por las profundas transformaciones de la fisonomía del agro nacional en las últimas décadas. En efecto, la implementación de políticas neoliberales entre la década del ´70 y finales del ´90 confluyeron en un nuevo escenario caracterizado por la concentración creciente de la propiedad de la tierra, la tecnologización del agro, una tendencia cada vez mayor al monocultivo y el reemplazo de la agricultura familiar por un manejo empresarial de las unidades productivas. En este contexto, la Argentina acentuó su inserción en el mercado mundial como “proveedora de productos primarios para el centro” (Arceo, 2006: 28).

Durante su primer mandato (1989-1995), el ex presidente Carlos Menen implementó una serie de medidas que marcó el final de la regulación estatal en el mercado agropecuario. Otra iniciativa decisiva fue la liberación al mercado de la semilla transgénica de la soja, en 1996. Estas decisiones políticas, sumadas a la práctica de siembra directa, conforman un “paquete tecnológico” que aumenta la productividad del cultivo de la mano de cambios significativos en la estructura agraria y la fisonomía de sus actores.

La producción de soja pasó de 7.176.250 toneladas en 1988 a 12.606.845 toneladas en 2002 (Giarracca, 2008). Utilizando más de la mitad de las tierras fértiles, el crecimiento de esta oleaginosa desplazó a otros cultivos y a la ganadería a terrenos marginales, extendió la frontera agrícola, avanzó contra bosques nativos y poblaciones originarias y redundó en una significativa disminución de la demanda de mano de obra (Botta y Celis, 2003).

Durante la década del ’90, las capas medias y altas del sector se endeudaron fuertemente (Giarraca, 2008). Tiempo después, la imposibilidad de los productores más pequeños de saldar sus compromisos provocó la hipoteca y remate de muchos campos. Como consecuencia, las unidades productivas menores a 200 hectáreas cayeron en un 41%, mientras se incrementaron las superiores a 1000 hectáreas en un 8,5%, según los Censos Agropecuarios de 1998 y 2002.

El proceso de concentración de esta etapa vino acompañado de una fuerte reconversión productiva. El paquete tecnológico generó nuevas formas de explotación agropecuaria. El pequeño productor, acostumbrado a reproducir su propia semilla, se vio forzado a comprarla año tras año a las transnacionales, por lo que necesitó una inversión en pesticidas y maquinaria que no siempre estuvo a su alcance. Como resultado, emergieron nuevos actores en el agro moderno, como los pools de siembra, mientras los pequeños productores debieron arrendar sus tierras a “gerenciadores” que acumularon grandes extensiones. Esta mecánica permitió generar nuevas economías de escala, más aptas para hacer frente a los costos del nuevo modelo productivo.

La devaluación de 2002[5] repercutió favorablemente en la competitividad del agro pampeano. La “pesificación” de las deudas —decisión tomada con posterioridad al fin de la convertibilidad— alivió la situación de muchos chacareros endeudados. Mientras que los compromisos adquiridos mantuvieron el valor nominal en pesos, los ingresos del sector agroexportador liquidados en dólares aumentaron al menos tres veces su valor relativo (Barsky y Gelman, 2009). Esta situación se sumó a un contexto internacional de excelentes precios-producto, fundamentalmente, de la incorporación de China como demandante de alimentos.

La bonanza del sector en los primeros años del siglo XXI dinamizó la actividad de los actores vinculados al agro, entre los que se destacan los “proveedores de insumos, de maquinaria e implementos agrícolas; empresas acopiadoras, de transporte y de servicios profesionales; firmas del complejo agroindustrial; intermediarios financieros y especuladores” (Acosta Reveles, 2008: 10).

En este contexto se produjo un proceso de homogeneización de los actores insertos en la región pampeana. “Ya casi nada queda del carácter familiar de la producción chacarera y la distancia social que hoy separa a un ex chacarero aburguesado de un terrateniente-capitalista mediano o de un socio de un pool de siembra local es cada vez menos importante” (Balsa y López Castro, 2011: 146).

El nuevo actor ostenta rasgos económicos, sociales y culturales propios, y mantiene una nueva relación con diversas instituciones —entre las que se destacan las universidades públicas y los medios de comunicación—, integrando el núcleo duro del “agronegocio sojero” (…), que creó sus propias exposiciones anuales de la mano de los principales matutinos porteños” (Giarraca, 2010: 324). Éste es un aspecto clave porque permite comprender la convergencia de las entidades agropecuarias frente a la Resolución N° 125, la radicalidad de las medidas de fuerza y los posicionamientos de los principales medios de comunicación frente al conflicto.

Luego de meses de polémica y producto de la presión ejercida por las entidades rurales, el proyecto de retenciones móviles —originalmente dictado por Decreto presidencial— fue enviado al Parlamento para su tratamiento. En la Cámara de Diputados, la norma fue aprobada. Pero no logró pasar en la Cámara de Senadores, donde fue derogada el 17 de julio con el desempate del Vicepresidente Julio Cleto Cobos[6], quien se pronunció en contra de la iniciativa oficial.

MARCO TEÓRICO

Al pasar por el tamiz de los periodistas, los acontecimientos quedan condensados en productos informativos que reducen la heterogeneidad de sus dimensiones. Luego de ese proceso de filtro, en el que rutinas profesionales y condicionantes institucionales dejan su huella, llegan a las audiencias (Sádaba, 2008).

En su análisis de las coberturas mediáticas, Walter Bennett (1991) pone el foco en la narración de la noticia, muy especialmente en el tratamiento que tales discursos hacen de los actores. Este autor afirma que los periodistas muestran una tendencia “irresistible” a focalizar su atención en los actores más que en sus acciones, debido a la naturaleza dramática del interés humano en las historias. En tales casos caen en una cobertura personalizada y emocional más que en la documentación de las condiciones objetivas.

Lejos de brindar un análisis revelador acompañado de explicaciones que hurguen en las causas de los asuntos, se observa un énfasis creciente en el drama y la acción. Con este tipo de tratamiento, las noticias pierden “coherencia y continuidad” al omitir los cambios políticos, los vínculos temáticos entre los acontecimientos y los patrones históricos que los delimitan. Abordar el análisis político “desde las causas y las consecuencias puede ser más importante, pero sin duda es menos excitante” (Bennett 1991: 13).

Este investigador resume los principales sesgos de las coberturas noticiosas en cuatro categorías generales: las noticias tienden a ser personalizadas, dramatizadas, fragmentadas y normalizadas. En vistas del objetivo de este trabajo —analizar el tratamiento que hizo el diario Clarín de los actores vinculados al conflicto campo-gobierno— se hará foco en las características centrales de la personalización de las noticias, a partir de la conceptualización desarrollada por Bennett.

¿A qué nos remite la idea de “sesgo”? Una noticia personalizada apunta a un microcosmos, por lo que no logra abarcar la gran pintura que rodea los eventos y temas importantes. Si se cae en un relato del estilo telenovela alrededor de las personalidades políticas, la trascendencia de una información social, política y económicamente más general queda distorsionada. La consecuencia de focalizar los ángulos humanos de la mayoría de las historias es que el más monumental de los eventos queda confinado a niveles de una pequeña proporción. Los análisis económicos, por caso, quedan reducidos a informes sobre los éxitos y fracasos financieros. Los actores políticos a menudo eclipsan las cuestiones a las que representan (Bennett 1991: 8).

En coincidencia con Bennett y Edelman (1985), Protess et al. (1991) observan que los hábitos narrativos con los que el periodismo presenta a los personajes de una historia se estructuran en términos de buenos y malos, ganadores y perdedores, justos e injustos, problemas legales y soluciones institucionales. En este sentido, D’Adamo y García Beaudoux (2007: 176) destacan que “lo que más atrae la atención y lo que más fácil y rápidamente recupera la memoria, no son las estadísticas, no son los argumentos, sino lo vívido, lo dramático, lo visceral, lo personalizable, lo espectacular, lo sentimental”.

Lo que Bennett (1991) define como “personalización de las noticias” es, sin más, una recurrencia a crear historias alrededor de los actores de los hechos más que de los eventos en sí. Este sesgo, advierte el autor, distorsiona la visión que las audiencias tienen de las cuestiones políticas y les quita la posibilidad de entender los procesos políticos y el funcionamiento del poder.

El poder parece ser entendido en un sentido limitado por los medios de comunicación (…). Las historias hacen hincapié en la superficie de las apariencias, los sonidos furiosos y visiones exaltadas de batalla, las conocidas o coloridas personalidades involucradas (en cualquier situación que sea dramática). Las causas subyacentes y el impacto real son poco observados y no serán recordados por mucho tiempo (Paletz y Entman, 1981: 17).

En el corto plazo, la personalización de la política ofrece una promesa de esperanza renovada mediante la proliferación de héroes y nuevas propuestas, todo empaquetado en dramas políticos (Bennett, 1991). Este tipo de narrativa crea un mundo cargado de esperanzas y soluciones accesibles a los problemas políticos que marcan la vida de la sociedad (Bennett y Edelman, 1985). Sin embargo, en el largo plazo puede generar cinismo y frustración, en tanto esta misteriosa posesión o pérdida del poder alienta a la audiencia a abandonar el análisis político en favor del casting de los destinos del héroe del momento.

En referencia a este tipo de tratamiento noticioso, Amadeo (1999) entiende que el análisis de los protagonistas de la información se vincula con la atribución de responsabilidades que pueda generar en el lector. Si bien Iyengar (1991) no se refiere al encuadre de las noticias en términos de “personalización” ha estudiado los efectos que los news frames tienen en términos de las responsabilidades políticas que confieren los ciudadanos, entendiendo que las atribuciones de responsabilidad pueden ser individuales o institucionales/sociales. Este autor propone dos frames excluyentes entre sí para analizar esta cuestión: uno “episódico”, cuando los temas son tratados como eventos específicos o casos particulares, y otro “temático”, cuando éste recibe un enfoque más general y contextualizado. “Según cuánta relevancia les den a los individuos o a las instituciones en la cobertura, el personaje quedará más o menos implicado y su prestigio se verá más o menos dañado” (Iyengar 1991: 263).

En su experimento, Iyengar presentó a los individuos dos tipos de historias: unas incidían en argumentaciones disposicionales (motivaciones, habilidades, entre otros) y otras, en consideraciones estructurales (políticas de gobierno, condiciones económicas, entre otros). Y comprobó que los receptores de tales mensajes tenían reacciones diferentes respecto de, por caso, los desempleados y los pobres. La pobreza evoca explicaciones disposicionales, mientras que el desempleo se piensa como consecuencia de causas estructurales (D’Adamo, García Beaudoux y Freidenberg, 2007). Este autor se nutrió de la teoría de la atribución acuñada por Heider (1958) para llevar adelante su estudio. Además de los efectos de tipo personal o social que surgían de la percepción social de los frames de las noticias, este investigador encontró que los factores contextuales se desdibujan en la medida que la gente suele exagerar los motivos e intenciones de los actores cuando atribuye responsabilidad a las acciones individuales.

El reciente conflicto entre campo y gobierno conmovió a la opinión pública durante los primeros meses de 2008. En ese período, la cobertura mediática dio un tratamiento particular a los acontecimientos englobados en este fenómeno. Esta lectura preliminar nos invita a proponer dos hipótesis íntimamente relacionadas que procuramos contrastar en la instancia del análisis empírico.

H. 1: La cobertura de Clarín mostró una recurrencia a la exposición desmedida de los actores más carismáticos que participaron de la contienda, con especial hincapié en sus posicionamientos políticos y sus historias de vida.

H. 2: El tipo de atribución presente en la cobertura de este matutino fue predominantemente individual en las etapas de mayor nivel de controversia y esencialmente institucional en los periodos de acuerdo.

MÉTODO

Para realizar este estudio de tipo descriptivo, se estableció un diseño metodológico estructurado en los siguientes pasos:

Se creó un Universo de análisis conformado por 1.488 notas publicadas por el diario Clarín entre el 11 de marzo de 2008, día del anuncio de la Resolución 125, y el 17 de julio del mismo año, fecha de su derogación en el Senado de la Nación. Dado el tamaño del universo, se creó una Muestra integrada por 500 artículos. El proceso de muestreo fue aleatorio y se contempló un margen de error del 3,5%, aceptable para este tipo de trabajos.

Se diseñó un Libro de códigos para la codificación de las unidades de análisis que componen la muestra. En primer término se creó una lista de 30 actores luego de un rastreo preliminar en el que se vislumbró su recurrente presencia en la cobertura de este periódico. En base a este registro, se tomaron los primeros cinco actores aparecidos en las notas y se computó si su atribución era “institucional” (se alude a una institución o el cargo que ocupa una persona sin hacer referencia a su persona), “individual” (se nombra a un individuo, sin mencionar el cargo que ocupa o su pertenencia institucional) o “mixta” (se nombra a una persona y su cargo o pertenencia institucional).

ANÁLISIS DE LA COBERTURA

En este apartado se presentan los resultados del análisis de la cobertura periodística del “conflicto campo-gobierno” hecha por el matutino Clarín. ¿Por qué elegimos este medio?

Clarín fue creado en 1945 por el estanciero fundador del Socialismo Independiente, Roberto Noble. Es un tabloide que, pese a caracterizarse por la prudencia en gobiernos militares y democráticos por igual, ha tenido una fuerte influencia en las decisiones de los poderes de turno. “Es el principal diario argentino y el de mayor circulación en el mundo de habla hispana” (Albornoz, 2006: 124).  Con una tirada promedio de 271.411 ejemplares de lunes a domingo, y de 579.575 los días domingo. Esto lo convierte, junto a La Nación, en uno de los dos periódicos de referencia a nivel nacional, con capacidad de fijar agenda. El diario acapara el 31% de la circulación de periódicos del país e integra el principal multimedios de Argentina. Además, su oferta noticiosa da contenido a la mayoría de los informativos radiales y televisivos a nivel nacional (Amadeo, 1999), lo que “robustece su centralidad a la hora de erigirse como referencia para la construcción de la agenda pública y mediática” (Becerra y Mastrini, 2009 :65).

A partir de la adquisición de radio Mitre a mediados de 1980 y, sobre todo, con la licencia de Canal 13 de Capital Federal en 1989, comenzó su expansión hacia otras ramas de la industria cultural.

La relación del grupo con el poder político fue constante a través de los años. Clarín encaró una política expansiva basada en el endeudamiento externo que lo tuvo muchas veces al borde del colapso financiero. Con la devaluación de la moneda nacional en 2002 y una deuda que ascendía a los 57 millones de dólares el grupo estuvo cerca de la cesación de pagos. Sin embargo, a través del lobby consiguió que el gobierno de Eduardo Duhalde (2002-2003) pasara a moneda nacional las deudas contraídas con la banca local. En 2003, el Congreso Nacional promulgó la ley de “Preservación de Patrimonios Culturales”, conocida como “Ley Clarín”, por la cual se restringió la participación del capital extranjero a un 30% del capital accionario. De este modo, el holding fuertemente endeudado estaba a salvo de la entrada al mercado de nuevos grupos que significaran una posible amenaza a su situación monopólica.

A través de Arte Gráfico Editorial Argentino (AGEA) Clarín es propietario del diario deportivo Olé, el periódico gratuito La Razón y las revistas Elle y Genios. También en el terreno de la gráfica, controla la Compañía Inversora de Medios de Comunicación S.A. (CIMECO), propietaria de diarios del interior del país como Los Andes de Mendoza, La Gazeta de Tucumán y La voz del Interior, el diario más importante de la provincia de Córdoba y uno de los de mayor tirada del país (Albornoz, 2006: 124). Además, participa de la agencia de noticias Diarios y Noticias (DyN).

En el ámbito de la radiodifusión además de Radio Mitre de Buenos Aires, es propietario de FM 100 y Radio Mitre de Córdoba y Mendoza. Por intermedio de Arte Radiotelevisivo Argentino S.A. (ARTEAR) controla Canal 13 de Buenos Aires y los canales de cable Todo Noticias (TN), Volver, Magazine, Metro y un porcentaje de Canal Rural, además de los canales 6 de Bariloche, 7 de Bahía Blanca y 12 de Córdoba.

En el mercado del cable, Clarín protagonizó en 2006 la mayor operación que expresa la concentración del mercado argentino. Por la suma de 1.100 millones de dólares, Múlticanal tomó el control de Cablevisión, su principal competidora a nivel nacional. La suma de las dos empresas acapara el 55% del mercado argentino, y abrió nuevos negocios producto de la convergencia tecnológica. A través del cableado de fibra óptica, el Grupo Clarín controla el 32,5% del mercado de internet del país a través de sus empresas Fibertel, Ciudad Internet y Flash.

Además, Clarín ha diversificado sus negocios. En sociedad con el matutino La Nación, organiza todos los años “Expo Agro”, la muestra agropecuaria a campo abierto más importante del país. La misma reúne en cada una de sus ediciones a los principales actores vinculados al sector agropecuario, situación que refuerza el interés de analizar la cobertura mediática de este periódico sobre la implementación de la Resolución 125/08.

En el año 2007, ARTEAR incrementó su participación en dos de las mayores productoras de contenidos para TV, Ideas del Sur y POL-KA. Paralelamente, controla el 50% de Torneos y Competencias (TyC) y el 50% de Televisión Satelital Codificada (TSC), empresas que hasta 2009 monopolizaban las transmisiones de eventos deportivos que se vendían a través de señales codificadas. El 11 de agosto de ese año, la Asociación del Futbol Argentino (AFA) rescindió el contrato que tenía con TyC hasta 2014 y se asoció con el Estado para la transmisión de los partidos de futbol por el sistema de televisión abierta. Esta situación marcó un primer quiebre en la relación entre el Grupo y el gobierno nacional.

Esta contienda se acrecentó a través de acusaciones cruzadas durante todo el proceso bajo estudio. La misma, permanece irresuelta al día de la fecha, sobre todo luego de aprobada el 10 de octubre de 2009 la nueva Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. La misma, entre otras cosas, obliga al Grupo Clarín a desprenderse de licencias y medios con el fin de desconcentrar el mercado audiovisual. Si bien en su artículo 161 se establecía un plazo de un año para la adecuación de los multimedios que no cumplieran con la nueva regulación, una oleada de recursos legales le permitió al grupo no desinvertir hasta el momento. Sin embargo, un fallo de la Suprema Corte de Justicia del pasado 22 de mayo determinó como fecha tope para la adecuación el 7 de diciembre de 2012.

Personalización de la noticia

Como consecuencia del énfasis puesto en los protagonistas de los acontecimientos tematizados por los medios, el público exagera el rol de los motivos e intenciones cuando atribuye responsabilidad a los individuos por sus acciones, en detrimento de una mayor atención sobre los factores contextuales.

Con el objetivo de vislumbrar si hubo una tendencia hacia la “personalización de la noticia” por parte de Clarín, se computó el grado de apariciones de los distintos actores vinculados a este caso.

Tabla 1. Actores predominantes en el conflicto del campo. Porcentaje de frecuencia de cobertura diario Clarín. Marzo – Julio de 2008.

La tabla 1 pone en evidencia dos comportamientos. No sólo hay una significativa predominancia del “campo” por sobre los demás actores, sino que este término, construido mediáticamente (Giarracca y Teubal, 2010), produjo un efecto de homogeneización que desdibujó las diferencias existentes entre las reivindicaciones de estas cuatro entidades. En cambio, las menciones a las cuatro entidades por separado fue baja. Con la salvedad de la Federación Agraria Argentina (FAA), cuyo grado de apariciones triplicó a las demás corporaciones.

La denominación “el campo” como actor monolítico solapó el hecho de que no se trata de “una entidad homogénea sino un sector integrado por muchos y variados subsectores en cuanto a los procesos productivos y la naturaleza de los actores sociales involucrados” (Teubal y Palmisano, 2010: 193).

Con una frecuencia más baja aunque importante, el “Gobierno nacional” obtuvo el segundo lugar. Más lejos se ubicaron la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la Mesa de Enlace, organismo conformado por las entidades del sector que coordinó las medidas de fuerza llevadas a cabo por los productores agrarios.

Una lectura más detenida nos permite observar una fuerte concentración en las referencias a los actores: sólo cuatro acaparan casi la mitad de las menciones (42,6%). Dentro de este grupo, el sector rural se lleva el 24,7%, frente al 17,9% de alusiones al núcleo duro del Poder Ejecutivo. Tal polarización entre los dos protagonistas de la contienda nos permite coincidir con Borrat (2006: 288) en que las noticias suelen tener “la estructura de un conflicto y ponen el foco normalmente en un protagonista y un antagonista”. Esta dicotomía en el discurso mediático (Becerra y López, 2009) obtura la aparición en escena de actores con posturas alternativas a las presentadas por el campo y el Gobierno nacional (ver Imagen 1).

z1

Esta tendencia se ve reforzada por la centralidad que adquieren los actores encolumnados detrás de alguna de las dos posturas dominantes, que denominaremos “pro-campo” y “pro-gobierno”. En efecto, cerca del 80% aparece identificado con alguna de estas dos posturas políticas, aunque con una clara predominancia de las que apoyaron las reivindicaciones del agro (ver Gráfico 1).

En este contexto, cabe advertir la irrupción de los “autoconvocados”. Un actor nacido en medio de la contienda, conformado por personas que acompañaron la lucha de los ruralistas sin estar representados de manera orgánica por las entidades tradicionales, por lo que adquirieron una compleja inserción en el mapa institucional. A la vez que constituyeron las bases de las organizaciones, también fueron quienes estuvieron por fuera de ellas (Gras y Hernández, 2009) y, en muchas ocasiones, actuaron de manera autónoma respecto de la dirección política de la Mesa de Enlace.

La prevalencia de la postura pro-campo se ve confirmada si se observa la identificación de dirigentes políticos y miembros del Parlamento. Los legisladores de la oposición, que rechazaron la Resolución N° 125, se impusieron por sobre los oficialistas con un 55,4% contra un 44,6%, respectivamente. Mientras que los partidos opositores aventajaron a los oficialistas por 57,9% frente al 42,1%.

Aunque con un porcentaje comparativamente poco significativo, es importante mencionar que las entidades periodísticas se constituyeron en un actor más dentro de la contienda, a partir del 1 de abril, cuando la Presidenta acusó a los medios de comunicación de “intentos de desestabilización” en sintonía con el reclamo rural.

Por último, el caso del Vicepresidente Julio Cleto Cobos tuvo un tinte particular. Si bien su porcentaje de apariciones a nivel global no fue alto, hubo una fuerte concentración de referencias a su persona en el último tramo del conflicto. Cobos fue un personaje marginal a lo largo de casi todo el período analizado, aunque decisivo en su resolución. Proveniente de la Unión Cívica Radical (UCR)[7], irrumpió en la escena al mostrar distancia respecto de las posiciones del Gobierno. Estas divergencias acapararon la atención de este matutino sobre el personaje que aportaría el voto definitorio para la derogación de la iniciativa oficial en el Senado.

Atribución de responsabilidad

Desde la Teoría de la Atribución se plantea que los seres humanos no logran entender la complejidad del mundo en que viven y que, por tanto, generan explicaciones causales a partir de la percepción de sucesos cotidianos (Aruguete, 2011). Esta atribución causal es el vínculo entre un comportamiento observado y una persona considerada responsable por dicha acción (Scheufele, 2000). Coherente con ello, el tipo de encuadre utilizado por los medios influye en las responsabilidades políticas otorgadas a individuos o grupos, que pueden ser de tipo disposicionales o estructurales.

Para conocer si estos mecanismos estaban presentes en la cobertura de Clarín se computaron los primeros cinco actores que aparecen en las notas y se estableció si éstos fueron mencionados en términos institucionales, individuales o mixtos (Ver Gráfico 2).

Aunque la atribución institucional alcanzó un porcentaje importante, los actores fueron identificados predominantemente de manera individual. Es decir que la atribución de responsabilidad recayó más en las personas que en las instituciones de las que, sin embargo, muchos de ellos formaban parte. Esta forma de encuadrar los acontecimientos, haciendo hincapié en coloridas personalidades, conlleva un efecto de distorsión en la visión de la audiencia, imposibilitada de acceder al proceso político estructural y a las relaciones de poder que integran su trama (Bennett, 1991).

Un caso paradigmático de atribución individual fue el del dirigente de la Federación Agraria de la provincia de Entre Ríos, Alfredo De Angelli. Su histrionismo y el tono de sus declaraciones lo pusieron en el centro de la escena a lo largo de todo el conflicto. Si bien en el gráfico 1 no fue computado de manera individual - debido a la imposibilidad de dar cuenta de todos y cada uno de los actores de manera desagregada-, la importancia mediática de su figura contribuyó, de manera determinante, a que la FAA triplicara su nivel de apariciones respecto del resto de las entidades agropecuarias. En efecto, en el  68,2% del total de las menciones asociadas a esta entidad se nombró explícitamente con atribución individual a Alfredo De Ángeli. “De Angeli volvió a la ruta: Hay que seguir movilizados”[8], “De Angeli viaja en un avión Piper y es admirado por ganaderos de Carbap”[9], “Con un show de de Angelli largó caliente la discusión en Diputados”[10] o “De Angeli lanzó una marcha nacional para el miércoles 16”[11] fueron algunos de los titulares que Clarín publicó sobre este dirigente.

Un aspecto a atender es que no predominó el mismo tipo de atribución a lo largo de todo el período. Para analizar este aspecto realizamos una división temporal según las etapas que proponen Girracca y Teubal (2010).

Estos autores establecen una serie de fases del conflicto, marcadas por el cese de comercialización de granos y los cortes de rutas o manifestaciones, por un lado, y momentos de “tregua” que surgen de las instancias de negociación entre las entidades rurales y el Gobierno nacional, por el otro.

Así quedaron establecidas seis etapas consecutivas y alternadas:

La etapa 1 comienza el 11 de marzo de 2008 con el anuncio de la Resolución N° 125 y culmina el 1º de abril, tras la decisión de la Mesa de Enlace de levantar las medidas de fuerza por 30 días con el fin de establecer canales de negociación con el Gobierno.

La etapa 2 abarca el período comprendido entre el 2 de abril y el 1° de mayo de 2008, en el que se llevaron a cabo numerosas “mesas de diálogo”.

La etapa 3 se inicia el 2 de mayo, fecha en que comienzan a definirse nuevas medidas de fuerza que se extienden hasta el 19 del mismo mes.

La etapa 4 se extiende entre el 19 y el 25 de mayo, durante esa semana hubo nuevas instancias de negociación.

La etapa 5 surge luego de dos actos multitudinarios, uno a favor del campo en la ciudad de Rosario y otro a favor del Gobierno en la provincia de Salta, el 26 de mayo. En ese entonces, las entidades declararon el estado de alerta y movilización tras la decisión del Poder Ejecutivo de interrumpir el diálogo, producto de las declaraciones de los dirigentes rurales un día antes. Las medidas de fuerza acompañadas por “cacerolazos” en los principales centros urbanos del país se extendieron hasta el 17 de junio, cuando el Gobierno decidió enviar la Resolución N°125 al Congreso Nacional.

Finalmente, la etapa 6 comienza el 17 de junio, cuando los ruralistas levantaron las medidas de fuerza esperando los pronunciamientos del Congreso. El 5 de julio, la norma fue aprobada en Diputados. Días más tarde, el 17 de julio, fue derogada por el Senado de la Nación.

El análisis del gráfico 3 permite inferir que, en las etapas de “conflicto” (etapas 1, 3 y 5), la atribución “individual” llega a sus picos máximos y la “institucional” cae a valores muy bajos. La tendencia se revierte en los momentos de “tregua” o “negociación” (etapa 2, 4 y 6), cuando la atribución “institucional” crece en detrimento de la “individual”.

Este comportamiento evidencia que cuando el conflicto político alcanzó los niveles más altos, los dirigentes del agro y las principales figuras políticas a nivel nacional dominaron la agenda informativa. En cambio, en las etapas en las que ambos sectores intentaron negociar una solución, la cobertura tendió a institucionalizarse y fueron las entidades y estructuras del Estado las que prevalecieron. Un dato complementario refuerza esta tendencia: la atribución individual superó su media en las etapas de “conflicto” mientras que la institucional lo sobrepasó en los momentos de “tregua”.

El alto grado de atribución individual fue coherente con un tratamiento dramático, en el que los temas fueron presentados como en una obra de teatro, con buenos y malos, ganadores y perdedores, justos e injustos (Protess et al., 1991). En el corto plazo, un rasgo central de la personalización de la noticia es la creación de héroes y nuevas propuestas que se enmarcan en el conflicto político (Bennett, 1991). En el largo plazo, en cambio, se da un vuelco hacia el “sesgo de normalización”, es decir, la confirmación de que “las instituciones están para hacer que el sistema siga adelante y cumpla sus obligaciones” (Bennett, 1991, citado en Amadeo 1999: 267).

La tendencia a la institucionalización de los conflictos en las coberturas informativas quedó corroborada en trabajos previos (Amadeo, 1999; Aruguete, 2011). Si bien en este caso no fue predominante, sí se dio en cada una de las instancias de “negociación” en las que la incumbencia de las instituciones creció hasta revertir la presencia dominante de la atribución individual.

En el caso bajo estudio, la atribución individual creció en aquellos períodos en los que el conflicto recrudeció en medidas de acción directa. En tales casos, las figuras de los dirigentes, sus historias y motivaciones coparon la escena mediática desplazando a las instituciones a un rol secundario. En cambio, en las etapas de negociación se puso de manifiesto el poder de las instituciones como los actores capaces de encauzar el conflicto político.

CONCLUSIONES

El conflicto entre las principales entidades agropecuarias de la Argentina y el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tuvo características particulares. Durante 128 días, el país se mantuvo expectante ante la resolución de un enfrentamiento que, además, absorbió la atención de los principales medios de comunicación.

En ese escenario, el tratamiento noticioso que el diario Clarín dio a los distintos actores se estructuró de manera dicotómica (Becerra y López, 2009). El nivel de incumbencia que alcanzaron el “campo” y el “gobierno” fue tan alto, que juntos acapararon un tercio de las menciones totales. Si a ello se le suma el porcentaje obtenido por la Presidenta Cristina Fernández y la Mesa de Enlace, casi la mitad de las atribuciones se concentraron en estos cuatro actores. En otras palabras, la cobertura estuvo claramente polarizada entre las posiciones extremas (a favor y en contra de la Resolución N° 125) que asumieron sus protagonistas.

El campo se convirtió en el “protagonista estrella” de la contienda, con la particularidad de que las distintas agrupaciones que integran este sector quedaron encuadradas como si se tratara de un actor homogéneo, desconociendo las diferencias que históricamente caracterizaron a sus reivindicaciones.

En efecto, el discurso mediático homogeneizó al sector rural detrás de los intereses de las principales entidades del agro pampeano (Giarracca y Teubal, 2010), invisibilizando los discursos de actores marginales que, por su ubicación territorial como por su baja importancia económica, no lograron penetrar en la cobertura informativa de Clarín.

Ahora bien, si se consideran los resultados de manera agregada, la penetración en la agenda de este diario de aquellos ligados al sector rural superó en todos los casos a los actores relacionados con el Gobierno nacional, poniendo en evidencia la mayor visibilidad de quienes enfrentaron a la Resolución N°125 por sobre los que la apoyaron.

Otro rasgo que caracterizó la cobertura de este caso fue el alto grado de atribución individual y el tratamiento dramático de los temas, que propuso un relato dicotómico, con ganadores y perdedores, buenos y malos, y puso un énfasis considerable en la creación de héroes. Pero como ya advertimos, a lo largo del período, la tendencia hacia la personalización de la noticia se alternó con un “sesgo de normalización” en el que predominó un encuadre institucional de los asuntos (Bennett, 1991).

Para Bennett, la principal consecuencia de la tendencia a la “normalización” es que limita el rango de los modelos aceptables —incluso pensables— para la acción política. Aunque “el efecto de este estrechamiento a menudo pasa desapercibido porque las noticias siempre parecen llenas de conflictos y puntos de vista en competencia” (Bennett 1991: 25). En el fondo subyace la idea de que son las instituciones, y no los individuos, las encargadas de asegurar que el sistema siga adelante, aún con el consiguiente peligro de presentar a la audiencia un estrechamiento del rango de las soluciones posibles.

En definitiva, estas dos características (personalización y normalización de la información) no han sido excluyentes en la cobertura de este fenómeno, sino que se complementaron perfectamente con efectos distorsivos para la percepción del público, que se vio imposibilitado de comprender el proceso político estructural así como las relaciones de poder que constituyen su trama

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NOTAS

[1] Zunino Esteban. Licenciado en ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador de esa casa de estudios. Doctorando en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la UNQ.

[2] Aruguete Natalia. Doctora en Ciencias Sociales (UNQ, Argentina). Magíster en Sociología Económica (IDAES-UNSAM, Argentina). Investigadora del CONICET y de la UNQ, Argentina. Su línea de investigación se centra en el estudio de las agendas mediática y pública, desde la teorías de la agenda setting y el framing.

[3] Fuente: Instituto Verificador de Circulaciones (IVC). Promedio de circulación entre noviembre de 2011 y enero de 2012.

[4] Se denomina “agro pampeano” a las tierras más productivas de Argentina que se ubican en el Centro y Norte de la provincia de Buenos Aires, Centro y Norte de La Pampa, Sur y Centro de Santa Fe, Sur y Centro de Córdoba y Sur de Entre Ríos.

[5] La debacle económica de 2001/2002 produjo la crisis del modelo de Convertibilidad, que ataba al peso argentino al dólar estadounidense en una relación de 1 = 1.

[6] Cobos integró la fórmula presidencial de 2007 junto con Cristina Fernández de Kirchner. A partir de la votación contraria a la Resolución N° 125/08 se convirtió en uno de los principales dirigentes de la oposición sin renunciar a su cargo hasta la finalización de su mandato en 2011.

[7] Partido político centenario opositor a la coalición de gobierno de 2008.

[8] Clarín, 06/04/08.

[9] Clarín, 20/05/08.

[10] Clarín, 24/06/08.

[11] Clarín, 09/06/08.


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