Intersecciones en Comunicación

ISSN 1515-2332 (versión impresa)

ISSN 2250-4184 (versión On-line)

Intersecciones en Comunicación.  n.5 Olavarría ene./dic. 2011

Comunicación, sexualidad y escuela: discursos y representaciones desde la perspectiva de los/as jóvenes estudiantes

María Vanesa Giacomasso

María Vanesa Giacomasso. INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA), Avda. Del Valle 5737, Olavarría, Argentina. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Recibido: 11/05/11
Aceptado: 30/07/11

RESUMEN

En el presente artículo se propone un análisis de los discursos y modos de comunicación desplegados en torno de la sexualidad por parte de un grupo de jóvenes estudiantes de 13, 14 y 15 años de la ciudad de Olavarría. Dicha temática se aborda desde un enfoque que vincula la perspectiva de género con las teorías críticas de la comunicación y la cultura, en el particular contexto de una institución escolar. En este sentido, y en el marco de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral, no sólo se indaga el rol que desempeña la escuela en relación a este tema sino también las diversas influencias que ejerce sobre los sentidos y las expresiones cotidianas de la sexualidad por parte de estos/as estudiantes.

Palabras clave: Comunicación – Juventud – Sexualidad – Género - Educación.

ABSTRACT

COMMUNICATION, SEXUALITY, AND SCHOOL: DISCOURSES AND REPRESENTATIONS FROM THE PERSPECTIVE OF YOUNG STUDENTS. The present article proposes an analysis of the discourses and modes of communication deployed around the issue of sexuality by young students aged 13, 14, and 15 in the city of Olavarría. Said subject is engaged through an approach that links gender pespective with critical theories of communication and culture, this in the particular context of an educational institution. In this sense, and in view of the National Law of Comprehensive Sexual Education, this article not only inquires upon the role fulfilled by schools regarding the matter, but also investigates the diverse influences that these institutions exercise over the senses and over everyday expressions of sexuality performed by these students. 

Keywords: Communication – Youth – Sexuality – Gender - Educatio.

INTRODUCCIÓN

Es sabido que el interés por la temática de la sexualidad juvenil no es nuevo. Con todo, los últimos años han experimentado un crecimiento de trabajos investigativos y de intervención, al calor, sobre todo del surgimiento del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable implementado en el año 2003 (luego de sancionada la Ley en el año 2002)[1]. Esta nueva legislación ubicó el tema de la sexualidad adolescente en primer plano y abrió el debate sobre la legitimidad de chicos y chicas para ser atendidos/as en los sistemas de salud sin el consentimiento de sus padres, en tanto se pasó a considerarlos/as sujetos plenos de derecho. En este contexto el tema de la salud sexual y reproductiva y los derechos sexuales de los/as jóvenes cobró crucial importancia y se convirtió en uno de los focos principales a la hora de investigar sobre juventud y sexualidad. Ahora bien, la mayoría de los estudios pusieron el énfasis en los comportamientos preventivos de los/as jóvenes en las relaciones sexuales, aludiendo directa o indirectamente a la problemática de la protección en sus dos vertientes: prevención del embarazo no planificado y prevención de las Enfermedades de Transmisión Sexual y VIH/SIDA.

Así, pues, la sexualidad juvenil ha sido profusamente explorada en relación con la salud sexual y reproductiva y sus formas de prevención (Checa 2003, 2006; Geldstein et al 1997, 1998, 2001; Gutiérrez 2005; Manzelli 2005; Pantelides et al 1992, 1995; Weller 2000, 2006) pero prácticamente no abordada desde una mirada de corte más antropológico y/o cultural que centrara el análisis en la exploración y descripción “densa” (Geertz 1997) de los discursos, lenguajes, valores y sentidos vinculados a la sexualidad por parte de los/as jóvenes. En este sentido, se pretende aquí ahondar en aquellos “nuevos” caminos, menos transitados, para ampliar el campo de problemas y proponer un abordaje desde y a partir del enfoque en la comunicación y la cultura. Es así como se intentará dar cuenta, haciendo foco en un grupo de estudiantes de 13, 14 y 15 años pertenecientes a la ESB Nº 8 de Olavarría, de las percepciones que estos/as jóvenes tienen de sus trayectorias y experiencias cotidianas en relación con la sexualidad, lo que permitirá además recuperar su lenguaje “nativo”, sus propias palabras y emociones y sus formas de significar la realidad social. A su vez, debido a que esta investigación se desarrolla en el marco de la institución escolar y en el contexto de la reciente sanción de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (26.150), se indaga también sobre el rol que desempeña la escuela ante esta temática y la influencia que ejerce como ámbito clave de socialización de los/as jóvenes y en el cual se generan fuertes improntas en la construcción de las identidades y la subjetividad (Greco 2007).

Al respecto, este trabajo se plantea un conjunto de preguntas cuyas respuestas, hasta el momento, han sido poco exploradas. ¿Qué entienden los/as chicos y chicas de nuestro entorno por sexualidad? ¿Cuáles son las ideas, valores, sentimientos y creencias que asocian a ella? ¿Qué diferencias y/o similitudes existen entre mujeres y varones en los modos de pensar, decir y significar esta dimensión de la existencia? ¿Qué influencia ejerce la escuela, con sus prácticas y lenguajes, en las formas de comunicación y expresión de la sexualidad por parte de estos chicos y chicas? ¿Cómo participa la escuela, como escenario donde los/as jóvenes transitan cotidianamente, en la formación en sexualidad?

Estos, entre otros, son parte de los principales interrogantes que guiaran el trabajo que sigue a continuación.

Aspectos teórico-metodológicos

En el contexto de esta investigación, se parte de una noción de comunicación que se enmarca dentro de las definiciones y conceptualizaciones propuestas por los Estudios Culturales, en tanto proceso social de producción de sentidos, prácticas y expresiones simbólicas constitutivas de una diversidad de formaciones sociales. Asimismo, reconoce a lo comunicacional como dimensión transversal e inherente a la totalidad de las praxis humana, en tanto elemento configurador clave para comprender su complejidad en cada momento histórico.

Al respecto, es precisamente su constitución intrínsecamente transdisciplinaria la que permite vincular dicho campo con una amplia diversidad de esferas de la vida humana, entre ellas la sexualidad, entendida en su carácter socialmente investido de significados, rituales, representaciones, símbolos y lenguajes. 

En este sentido, se parte del supuesto de que la sexualidad no es algo “dado” por la naturaleza, inherente al ser humano; más que un proceso biológico, es una construcción social y cultural y, en consecuencia, histórica. Así asumimos que no existe nada de “natural” en ese terreno, sino que es precisamente a través de procesos culturales que definimos lo que es- o no- natural. Los seres humanos, no de forma innata, sino por medio de un proceso de socialización aprendemos sobre las posibilidades de expresar los placeres, sentimientos y deseos corporales, los cuales son siempre sugeridos, anunciados, promovidos socialmente; al mismo tiempo que constantemente regulados, condenados o negados (Lopes Louro 1999). De ahí que, en este trabajo, la escuela aparezca en el análisis en tanto agente socializador por excelencia que interviene en los procesos de transmisión de conocimientos y de formación de actitudes y valores en torno de la sexualidad, moldeando así las identidades de los y las jóvenes e interviniendo en sus formas de ser, percibir y pensar.

Cabe destacar que no puede hablarse de sexualidad sin tener presente la noción de género, esto es, la simbolización con que una cultura dada elabora la diferencia sexual. En este sentido, retomando conceptualizaciones formuladas por la teoría feminista, referiremos aquí al género como al proceso de constitución del orden simbólico mediante el cual, en una determinada sociedad, se fabrican las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres, lo cual supone una moral diferenciada para unos y para otras y/o formas determinadas (frecuentemente conceptualizadas como complementarias y excluyentes) de actuar y de ser (Lamas 1997).

Por lo anterior, intentar dar cuenta de los sentidos, valores, expresiones cotidianas de los/as jóvenes para referirse a la sexualidad y de las representaciones de los docentes (principales agentes en la educación escolar) sobre este tema, requirió de una indagación de carácter exploratorio, desarrollada a partir de una metodología de tipo cualitativa. En este sentido, las técnicas empleadas para el relevamiento, sistematización y análisis de los distintos materiales se basaron principalmente en herramientas de orden etnográfico: observación participante y no participante, registro de relatos y entrevistas abiertas y en profundidad con los actores claves del estudio: jóvenes estudiantes e integrantes de la comunidad educativa local. Al respecto cabe aclarar que en los testimonios surgidos de estas entrevistas los nombres propios utilizados han sido modificados para garantizar el anonimato de las personas menores entrevistadas.

DISCURSOS Y SENTIDOS EN TORNO A LA SEXUALIDAD

El espacio que la institución ESB Nº 8 brindó para explorar las ideas, sentidos, valoraciones que los/as jóvenes tienen respecto de la sexualidad, resultó ser novedoso y sorpresivo, dado que irrumpió y contrastó con los contenidos y actividades tradicionales que, a diario, se imparten en la escuela. Si bien la nueva Ley de Educación Sexual Integral (26.150) estableció la obligatoriedad de incorporar contenidos referidos a la sexualidad dentro de las currículas en todos los niveles educativos, lo cierto es que en la práctica concreta ese programa no ha sido puesto en marcha homogéneamente. De ahí que, al tratar estos temas, la cotidianidad escolar se vea alterada, generando en los chicos y chicas confusión y desconcierto.

Ante el interrogante ¿Qué es para ustedes la sexualidad?, las respuestas de los/as jóvenes fueron rostros sorprendidos, miradas esquivadas, risas cómplices y gestos que demostraban indiferencia. Esta forma de expresión nos hace pensar que, pese a las profundas transformaciones que parecen estar teniendo lugar en la cultura juvenil y en relación con las fronteras en torno de la sexualidad como discurso, representación y práctica; aún persisten tabúes, pudores e inhibiciones sobre este tema. La sexualidad, en el presente y particularmente en el contexto escolar, sigue representando aquello de lo que no se habla, aquello que no se dice o resulta difícil de enunciar.

En este sentido, una característica evidente tanto en las mujeres como en los varones es la inhibición que les produce nombrar puntualmente nociones que involucran lo sexual, utilizando los términos “eso”, “esto”, “cosa”, “aquello”, etc. para reemplazar conceptos tales como sexo, relaciones sexuales y métodos anticonceptivos, entre otros.

Algunos ejemplos de ello son los siguientes:

-“…Él me quería hacer entender que ese chico era mucho más grande que yo y obviamente que eso él ya lo había vivido y yo no…” (Guadalupe, entrevista, noviembre 2008).

-“…Con Rosario (profesora de Biología) hablamos de la reproducción sexual y nos enseñó del cosito ése que…” (Romina, entrevista, septiembre 2008).

-“Y por ejemplo, si no tiene coso, no. No pasa nada” (Florencia, entrevista, septiembre 2008).

-“A mi mamá no le gusta que hablemos de esas cosas…” (Jonathan, entrevista, noviembre 2008).

-“Que tenemos que estar preparadas cuando tengamos eso y que, no sé, esas cosas” (Flavia, entrevista, noviembre 2008).

-“y eso, esas cosas, para cuidarse y esas cosas que hablamos muy poco” (Matías, entrevista, septiembre 2008).

Las vacilaciones y las dudas manifestadas, probablemente están relacionadas con la idea de que su condición de jóvenes no los habilita para hablar y/o ejercer su sexualidad. Ellos y ellas consideran que son inmaduros e inmaduras para tener relaciones sexuales, incapaces de hacerse cargo de sus acciones e inseguros de sus propias prácticas. Al mismo tiempo afirman que tienen mucho que aprender y sostienen que deben seguir los consejos de las personas adultas, especialmente de los padres, ya que consideran que éstos “saben más y tienen más experiencia”,  “lo que te dicen es para tu bien y para que sepas un poco lo que hacés”, “sus consejos te van a servir para la vida… es bueno pedirlos antes que hacer alguna cagada”.

De lo anterior, se desprende que está muy instalada la noción de que vivir plenamente la sexualidad forma parte de la adultez, como categoría etaria y experimental asociada a la madurez, al conocimiento y a la responsabilidad. Según esta idea, los y las jóvenes carecerían de estas cualidades y deberían dejar para más tarde el ejercicio de su sexualidad o extremar los cuidados, a los efectos de no cometer equivocaciones y de no caer en situaciones “adversas” que, a su edad, no podrían afrontar.

Por otro lado, es posible que la dificultad de expresarse oralmente tenga que ver con su concepción de que la sexualidad es una cuestión privada, un asunto personal que debe conversarse con los/as más íntimos, no precisamente en la escuela, delante de profesores/as y compañeros/as con quienes no hay un vínculo afectivo fuerte.

No obstante, pasado un tiempo y en el trascurrir de una serie de actividades aparecieron algunos conceptos tales como el de sexo, reproducción, anticoncepción y enfermedades de trasmisión sexual. Chicas y chicos entienden el sexo y la sexualidad (palabras que utilizan como sinónimos) como una relación coital, que involucra el cuerpo, se centra en la genitalidad y puede ocasionar problemas de salud. Estos sentidos atribuidos, quizás tengan que ver con la influencia ejercida por las corrientes biologista y patoligista de educación sexual que, a lo largo de los últimos 40 años, han circulado y marcado una tendencia en nuestro contexto latinoamericano (Palma 1997). Mientras que la primera define lo sexual desde la anatomía y fisiología de los órganos genitales y la fecundación, en la segunda, prevalecen los aspectos problemáticos de la sexualidad, entendida como un riesgo a la salud y una amenaza social.

Esto se confirma, aún más, cuando chicas y chicos reconocen tratar poco y ocasionalmente el tema del sexo y la sexualidad en el escenario escolar, principalmente a través de charlas de profesionales (generalmente de médicos que se ocupan de brindar información acerca de las enfermedades de transmisión sexual y su prevención) o en las clases de Biología donde se desarrollan contenidos sobre la reproducción humana (el aparato reproductor masculino y el aparato reproductor femenino) y los métodos de anticoncepción.

- “Nosotros a veces con Rosario (profesora de Biología), hablábamos de la reproducción sexual y nos enseñó del cosito ese que… y nos trajo un preservativo y dijo que le íbamos a poner un preservativo a un pepino” (Juliana, comunicación personal, octubre 2008).

- “Nosotros en una charla, un doctor, sí mostró como se ponía el preservativo para la prevención. Después tuvimos algunas clases especiales, a veces, con la profesora de Naturales y ahí hablábamos” (Malena, entrevista, octubre 2008).

- “No lo vemos, bah, el año pasado en Biología, pero sino, no” (Noelia, entrevista, octubre 2008).

- “Solo el año pasado vimos la reproducción humana” (Matías, entrevista, octubre 2008).

No obstante y pese al interés de algunos estudiantes de participar, el anonimato y la palabra escrita parecieron ser una manera más segura de decir lo que cada uno/a creía y pensaba respecto del tema.

Así, pues, ante la pregunta inicial y la posibilidad de poner por escrito las respuestas, surgieron algunas diferencias en las representaciones elaboradas por los chicos y las construidas por las chicas.

De los textos producidos por las jóvenes se desprende que existe una gran preocupación por el contagio de enfermedades de transmisión sexual y por el embarazo adolescente, lo cual transforma a la sexualidad en una experiencia de peligro-riesgo más que de placer y libertad. El miedo a quedar embarazadas está presente en la mayoría de las chicas; la procreación aparece como una realidad que hay que prevenir, rechazable, valorada negativamente. Estas construcciones tienen asociada la creencia de la sexualidad como daño físico y social. Aquí se detallan algunas respuestas escritas:

- “En la sexualidad puede haber enfermedades transmitidas, hay que usar profiláctico para evitar enfermedades y ser responsable a tener una familia”.

- “La sexualidad es una transmisión de enfermedades, para cuidarse se necesitan pastillas, preservativos, etc.”.

- “Para mí el sexo es un tema muy delicado que hay que consultarlo con alguien para poder prevenirse”.

- “La sexualidad es transmisión de enfermedades, algunos lo hacen por placer, pero siempre hay que cuidarse”.

-    “Yo creo que en la sexualidad hay que saber cómo te tenés que cuidar con medicación o preservativos…para no quedar embarazada o no contagiarte de alguna enfermedad, es muy importante saber sobre sexualidad”.

Por contraste con las apreciaciones de las chicas, los varones otorgan distintos sentidos y valores a la sexualidad. Se interesan por las cuestiones relacionadas con el placer físico y el erotismo, se centran en los cambios y necesidades corporales y hablan desde su propia experiencia, de una práctica ejercida, lo cual los coloca en un lugar de activos frente a la supuesta “pasividad” de las mujeres. En este punto, cabe señalar también que generalmente su debut sexual aparece asociado con la prostitución, ya sea privada o callejera.

-“La primera vez que debuté fue a los trece años en un cabaret, yo a la sexualidad la refiero con sacarse las ganas, masturbarse, sentir placer cuando lo estás haciendo”.

-“La relación sexual es por curiosidad o para pasarla bien, algunos lo hacen para debutar, van al cabaret o sino a buscar a chicas que están trabajando en las calles”

-“La sexualidad es entre dos personas o más, la mayoría de las veces es por placer o gusto”.

-“Tener muchas experiencias sexuales es una necesidad, sino uno se la pasa masturbándose”.

Como se vislumbra en los dichos de estos/as chicos/as, el deseo, el placer, lo erótico aparece asociado, generalmente, a una sexualidad masculina. Las mujeres inhabilitadas socialmente para el ejercicio del placer sexual, lo viven de manera culposa, hasta prescriptiva (Alonso y Morgade 2008). Mantienen una posición receptiva y de victimización, que queda plasmada en sus testimonios:

- “La sexualidad es una forma de expresar el amor que se siente por esa persona o la mujer lo hace por miedo a que el novio la deje”.

- “Es como la prueba de amor… a veces surge el momento o porque el chico te lo pide. Ahora están re atrevidos”.

- “Ellos se sacan las ganas con las mujeres, ellas en cambio, elijen el momento determinado para hacerlo”.

- “…los hombres son todos iguales, te usan y después te dejan”.

- “La sexualidad para mí es tener sexo con la persona que amas o puede pasar porque te lo piden generalmente los varones”.

En lo que respecta a la apelación de los sentimientos, aparece una disparidad de criterios en los dichos de varones y de mujeres. Las chicas sostienen que la sexualidad está ligada al amor e involucra sentimientos de cariño y afecto hacia la otra persona. Según ellas, sus encuentros sexuales se producen con quienes tienen confianza y se sienten cómodas y en el momento que consideran adecuado. Los chicos, por su parte, hacen referencia a “pasarla bien” y “divertirse”, a experimentar placer y adquirir mayor conocimiento a partir del ejercicio de su sexualidad. Para ellos, tener relaciones sexuales no es tan premeditado como en el caso de las chicas, tampoco el amor es un sentimiento indispensable que debe existir previo al acto sexual.

Tanto para las mujeres como para los varones el amor y el placer aparecen disociados, como si se tratara de dos sentimientos irreconciliables y/o contrapuestos que, de alguna manera, marcan oposiciones de género. Ellos, hablan de goce y placer, pero no de amor. Ellas refieren al amor romántico y eluden en sus discursos el deseo sexual. “Hacer el amor” y “tener relaciones sexuales” son para varones y para mujeres dos cosas bien distintas. Lo primero tiene que ver con querer a la otra persona (generalmente se refieren a una pareja estable) respetarla y serle fiel. Lo segundo con “sacarse las ganas” y vivir una experiencia placentera.

Por otra parte, en relación a los temas que más les interesarían conocer y acerca de los cuáles tienen más inquietudes, los y las jóvenes mencionaron las enfermedades de transmisión sexual y la prevención del embarazo no planificado.

-“Todos los tipos de enfermedades, todo lo que te puede causar, por ahí, si no te cuidas o si, ponele, estás con una persona y tiene la enfermedad y vos no lo sabías y después quedas con la misma enfermedad; o sea todos los riesgos” (Malena, entrevista, noviembre 2008).

-“De qué previene el SIDA, de esa enfermedad, de la prevención. Viste, todas esas cosas que pasan ahora” (Flavia, entrevista, noviembre 2008).

-“Embarazo, todo eso, de las enfermedades, para prevenir” (Cristian, entrevista, noviembre 2008).

-“De las enfermedades, de cómo cuidarse, qué prevención tenés que tener” (Ramiro, entrevista, noviembre 2008).

-“Enfermedades, todo eso” (Matías, entrevista, noviembre 2008).

Algunas chicas dijeron que querían aprender también sobre la sexualidad de la pareja y los métodos anticonceptivos. En el caso de los varones, parecería que éste último no es un tema de su interés, dado que generalmente el cuidado y la prevención recae sobre las mujeres. Las pastillas anticonceptivas son el método más utilizado por ellas, o al menos, el que más identifican con la prevención del embarazo, responsabilidad ésta que no es compartida con los chicos. A ellos, en cambio, se les adjudica el compromiso de portar y usar preservativo.

Otros chicos se mostraron interesados en conocer “todo sobre sexualidad”. Esta expresión puede relacionarse con la mayor permisividad social asignada a los varones para visibilizar su sexualidad y hacer público su interés en la misma. Las mujeres, en cambio, aunque quieran también “saberlo todo” probablemente no se animen a decirlo por miedo a ser juzgadas y desprestigiadas por sus compañeros/as. Aunque chicas y chicos tengan los mismos deseos sexuales, la diferencia está en la posibilidad que cada uno/a tenga de expresarlos públicamente (Pombo et al. 2008).

¿Qué piensan los chicos y chicas sobre las sexualidades “otras”?

Dentro de los discursos hegemónicos en el campo de la sexualidad, la heterosexualidad es generalizada y naturalizada y funciona como referencia obligatoria para todos los sujetos. Aparentemente se supone que todos y todas tienen una inclinación “innata” para elegir como objeto de su deseo y como compañero/a de sus afectos y de sus juegos sexuales a alguien del sexo opuesto. En consecuencia, las otras formas de sexualidad son constituidas como antinaturales, peculiares y anómalas (Lopes Louro 1999).

Los y las jóvenes entrevistados/as, en su mayoría, entienden el sexo y la sexualidad como una práctica heterosexual y centrada en la genitalidad. Definen a la misma como “el sexo entre un hombre y una mujer” o “la relación y expresión de los sentimientos entre la pareja: el varón y la mujer”.

De esta manera, la homosexualidad no se ajusta al cuerpo de sentidos y significados que ellos/as construyeron en torno de lo sexual. De ahí que muchas de sus expresiones en relación a sujetos y prácticas no-heterosexuales sean motivo de críticas, injurias y rechazo.

- “Yo tenía una compañera hace dos años y era re rayada, era re loquita y en un cumpleaños, no se cómo hizo pero, fuera de joda, se apretó a dos minas…Y a nosotras nos daba asco, porque te da asco verlo” (Malena, entrevista, abril 2009).

- “Yo una vez salí al boliche y vi a una chica con otra chica. Y la mirábamos y decíamos qué atrevida, mira que va a hacer eso, habiendo tantos chicos. Habiendo tantos chicos, tantas mujeres, ¿se van hacer gays o lesbianas?” (Verónica, entrevista, abril 2009).

- “El hombre nació para estar con una mujer. La relación siempre es mujer-varón y no varón-varón o mujer-mujer” (Sebastian, entrevista, abril 2009).

- “A mi no me gusta, si vinieron a la vida así [se refiere a ser heterosexuales], tienen que seguir siendo así, no tienen que cambiar” (Matías, entrevista, abril 2009).

- “Está mal, dios lo crió hombre, tiene que ser hombre” (Juan, entrevista, abril 2009).

- “Yo tengo una amiga, es una amiga de mi hermana, pero también de toda la familia, que le gustan las mujeres. Y está re mal porque vos decís cómo van a hacer intercambio. Yo le pregunté así descaradamente si era para dar la nota y me dijo `no, no, nada que ver´ y entonces yo agarré y bueno nada. Es como un varón, tiene su novia, todo, su casa, su trabajo” (Guadalupe, entrevista, abril 2009).

- “A mí me daría cosa acercarme” (Noelia, entrevista, abril 2009).

No obstante, otras y otros jóvenes refieren a la homosexualidad como una elección sexual posible y reconocen el derecho de quienes tienen otras preferencias sexuales.

- “Los homosexuales son iguales a nosotros pero tienen diferentes gustos. No por eso tienen que ser discriminados. Lo que tienen de diferente es la elección sexual” (Flavia, entrevista, abril 2009).

- “Si al hombre le gustan otros hombres o a la mujer le gustan otras mujeres tiene derecho a elegir. Cada uno tiene sus gustos” (Luciana, entrevista, abril 2009).

- “Las personas tienen derecho a elegir lo que les gusta, tienen derecho a elegir su sexualidad” (Marcos, entrevista, abril 2009).

- “…Está bien, es la vida de ella. Es lo mismo que no sé… qué sé yo, es como que te digan `Ay que feo ese chico´, `es horrible´, si a vos te gusta, tampoco la podemos criticar si le gusta. Te va a dar asco, te va a dar impresión, le vas a decir de todo, pero problema de ella” (Juliana, entrevista, abril 2009).

- “Yo lo veo común, sería como si fuese un hombre y una mujer, solamente que dos hombres o dos mujeres. Si a ellos les gusta así no les podes decir nada” (Luis, entrevista, abril 2009).

- “…Tiene derecho a elegir su propio camino. Algunos le gustan los hombres…está bien” (Franco, entrevista, abril 2009).

Es posible que la mayor visibilidad de gays y lesbianas, como de otras identidades sexuales y de género (bisexuales, transexuales, travestis) haya resquebrajado parcialmente los modelos opresivos y absolutizadores de la heteronormatividad y que algunos de los/as jóvenes formen parte de esta transformación cultural y discursiva.

SOBRE LA EDUCACIÓN SEXUAL: LOS/AS DOCENTES TOMAN LA PALABRA

 

La Ley Nacional de Educación Sexual Integral (26.150), que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral y fue aprobada por el Congreso de la Nación en octubre de 2006, estableció que todos/as los/as alumnos/as tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones Nacional, Provincial, de la Cuidad Autónoma de Buenos Aires y Municipal[2]. En este sentido, como sostiene Eleonor Faur (2007), la escuela se convierte en una institución insoslayable tanto en lo que debe realizar en términos de formación y garantía de acceso a la información y educación en sexualidad como en la construcción de ciudadanía plena, aspectos altamente relacionados entre sí.

Ahora bien, la importancia de esta legislación reside principalmente en exigir que la sexualidad comience a ser abordar de una manera integral, esto es, atendiendo a sus dimensiones biológica, psicológica, social, afectiva y ética; que articuladas otorgan una mirada más amplia sobre el campo. Además reconoce a la educación sexual atravesada por un contexto social y cultural que influye en los significados y representaciones que los sujetos atribuyen a sus prácticas e incorpora la perspectiva de género como un aspecto clave para el análisis y la reflexión crítica.

No obstante, en el establecimiento educativo seleccionado para este trabajo, la educación sexual, según los discursos y relatos de los/as docentes entrevistados/as, aparece reiteradamente reducida a una dimensión biológica de la sexualidad, que se basa en el estudio de la anatomía de la reproducción y, eventualmente, la fisiología, aunque por lo general desgajada de las emociones o de las relaciones humanas que le dan sentido al uso del cuerpo biológico. En algunos diálogos queda de manifiesto que hablar de sexualidad en la escuela es tratar el tema de la reproducción y, por lo tanto, de la genitalidad. De ahí que, también, haya quienes se refieran a la importancia de que se brinden contenidos sobre los métodos de anticoncepción. En este sentido, podemos afirmar que la corriente biologista es la que mayor presencia tiene en la educación sexual escolar.

En otros discursos la sexualidad aparece directamente relacionada con el “riesgo” o “peligro”, poniendo el eje en la amenaza de las enfermedades o “los efectos” no deseados de la sexualidad. De esta manera, la corriente patologista, que reduce la educación sexual a los aspectos problemáticos de la sexualidad (aludiendo a las enfermedades de transmisión sexual, principalmente la pandemia del VIH/SIDA o a los embarazos adolescentes), también se hace presente al interior de la institución escolar estudiada.

Siguiendo este enfoque, que reduce la sexualidad a un problema bio-médico, para algunos/as docentes resulta pertinente la presencia de especialistas del campo de la medicina que, por medio de charlas en la escuela, traten los problemas de forma “técnica”. De esta manera, reconocen como válido y legítimo el saber médico-biológico, reafirmándose así las concepciones biologicistas sobre la sexualidad.

Otro aspecto a destacar es el temor de los/as profesores/as de no poder dar respuesta a los interrogantes, las inquietudes y cuestionamientos de los/as jóvenes. Este asunto, junto con las quejas o respuestas negativas por parte de los padres a que se den contenidos de educación sexual en la escuela, pareciera ser uno de los principales impedimentos para desarrollar con libertad y sin miedo el tema en las aulas.

Interesa también resaltar la dificultad que, muchas veces, se presenta en torno a definir los límites entre la escuela y la familia respecto a los saberes que les corresponde transmitir a cada uno de estos espacios. En algunos testimonios se pone en evidencia la compleja y ambivalente relación entre ambos y la necesidad de acordar y trabajar con los padres respecto de cuáles deberían ser las prácticas educativas ligadas a la sexualidad.

Por otra parte, algunos/as docentes sostienen que la educación sexual debería ser abordada desde el Nivel Inicial o la Escuela Primaria (EPB), para que desde temprana edad chicos y chicas se familiaricen con estos temas e incorporen tales aprendizajes.

En contraste con las perspectivas de educación sexual a la que hicieron alusión la mayoría de los/as entrevistados/as (la biologista y la patologista), la corriente integral, que considera a la sexualidad en sus múltiples dimensiones, fue también invocada, aunque en menor medida en los discursos.

Finalmente, y en relación a los sentidos y significados mencionados por los/as docentes, surgidos a partir de las entrevistas realizadas, se puede afirmar que todas y todos coinciden en que es necesario, en las instituciones educativas, ofrecer a los/as jóvenes información y contenidos sobre la sexualidad. En todo caso, lo que más se cuestiona o pone en duda parece residir respecto a cuáles son los saberes que tendría que promover la escuela, cómo trabajar “adecuadamente” la cuestión de la sexualidad y quiénes estarían legitimados para ocuparse de este campo.

Las incertidumbres, las preocupaciones, los interrogantes, la multiplicidad de ideas y valoraciones, conocimientos y opiniones, las creencias, las convicciones personales y profesionales que envuelven estos discursos nos advierten sobre las dificultades y las problemáticas que, a diario, coexisten en la compleja trama escolar.

Recuperar aquí las propias apreciaciones y palabras de los/as docentes tuvo como propósito principal vislumbrar los contenidos y valores que impregnan el espacio escolar y que, aunque no necesariamente de manera explícita, van dejando “marcas” en los chicos y chicas que allí asisten e incidiendo en la asunción y expresiones de la sexualidad.

DISCUSION FINAL

A modo de conclusión, se detallan los objetivos que sirvieron de guía para el desarrollo de este trabajo, a la vez que se exponen algunas de las reflexiones surgidas a lo largo del proceso de investigación.

El propósito inicial fue relevar y analizar los discursos, sentidos y expresiones cotidianas construidas por jóvenes escolarizados/as en torno de la sexualidad e identificar las diferencias de género entre los varones y las mujeres del estudio. En este punto, los modos de comunicación de los/as chicos/as al momento de abordar la sexualidad, a saber, las inhibiciones, inseguridades, temores y silencios observados, posibilitó comprender que aún persisten tabúes, pudores y cierta incomodidad y dificultad para expresarse en relación con este tema, actualizando parte del legado transmitido por la generación de sus padres, docentes u otros adultos. Por otro lado, las notorias diferencias entre chicos y chicas manifestadas en sus testimonios escritos en relación con la preocupación por los “riesgos” de una sexualidad no responsable, y la mención al amor y al romanticismo, por parte de ellas; y la alusión al placer físico, el erotismo y la propia experiencia sexual, por parte de ellos, permitieron advertir la posible coexistencia, en estos discursos, de creencias propias de los/as chicos/as y de mandatos sociales y de género socialmente más extendidos que, muchas veces, operan habilitando e in-habilitando para unos y otras ciertas prácticas, comportamientos y formas de expresión de género y sexualidad.

Por otra parte, este trabajo tuvo como objetivo, a su vez, analizar el papel desempeñado por la escuela (contexto institucional elegido para nuestra exploración) en la formación de modos de pensar, significar y nombrar la sexualidad por parte de estos/as chicos y chicas en ese espacio. Al respecto, se evidenciaron las formas en que los/as docentes perciben y transmiten en sus prácticas y discursos cotidianos, y en tanto voces legítimas y con autoridad, nociones referidas a la sexualidad en general y a la educación sexual juvenil en particular, la cual entienden y reducen principalmente a una dimensión biológica, lo que impacta y por momentos también se retoma en los propios testimonios y relatos de los/as jóvenes, ya sea cuando definen a la sexualidad como una relación coital y genital o cuando la asocian con los “peligros” o “riesgos” que ésta puede implicar en su aspecto patologizante.

En el recorrido de la investigación también se intentó comprender y/o reflexionar acerca del por qué de lo que “se dice” o “no se dice” sobre temas de sexualidad dentro de la escuela, entendida como espacio clave en la socialización de los/as jóvenes. Durante el trabajo realizado se observó la diyuntiva entre la obligación de impartir una educación sexual integral (cumpliendo de esa manera con la reciente ley) y la dificultad para implementarla en la práctica pedagógica concreta. Además se observó en ellos/as una disparidad de criterios, creencias, y valoraciones en torno a la sexualidad y a la posible educación a los/as jóvenes en estos temas, junto a un conjunto de temores e inseguridades para abordar “con autoridad” esta temática en el aula. No obstante, el espacio que esta investigación habilitó (un taller sobre sexualidad), generó numerosos interrogantes que, quizás, vayan abriendo nuevas puertas para comenzar a tratar institucionalmente este tema en su complejidad. En eso creemos que residió la riqueza de este trabajo en tanto intervención política y de análisis: habilitar la posibilidad de que la escuela se sirva de esta experiencia para ir marcando un camino en este proceso de transformación y cambio.

Por último y como cierre de esta reflexión final, cabe destacar la importancia y el valor fundamental que cobró aquí la comunicación, puesto que su condición transversal e inherente a la totalidad de las prácticas humanas hizo posible adentrarse en el complejo y multidimensional terreno de la sexualidad juvenil.

AGRADECIMIENTOS

Este artículo recupera resultados parciales de la investigación realizada para la tesina de grado titulada “Juventud y Comunicación. Discursos inter e intrageneracionales sobre sexualidad en la ciudad de Olavarría. Un análisis situado en la ESB Nº 8”, presentado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA).

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NOTAS



*Giacomasso María Vanesa: INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA), Avda. Del Valle 5737, Olavarría, Argentina. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.



[1] La Ley Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (26.673) fue sancionada por el Senado de la Nación en octubre de 2002. Dicha ley crea en marzo del 2003 el Programa Nacional de Salud Sexual y procreación Responsable, el cual tiene como objetivos principales: Alcanzar para la población el nivel más elevado de salud sexual y procreación responsable con el fin de que pueda adoptar decisiones libres de discriminación, coacciones o violencia. Disminuir la morbimortalidad materno-infantil. Prevenir embarazos no deseados. Promover la salud sexual de los adolescentes. Contribuir a la prevención y detección de enfermedades de transmisión sexual, de VIH/SIDA y patologías genital y mamaria.

[2]En el Art. 3 de la ley se señalan los siguientes objetivos del Programa: Incorporar la educación sexual integral dentro de las propuestas educativas orientadas a la formación armónica, equilibrada y permanente de las personas; asegurar la transmisión de conocimientos pertinentes, precisos, confiables y actualizados sobre los distintos aspectos involucrados en la educación sexual integral; Promover actitudes responsables ante la sexualidad; Prevenir los problemas relacionados con la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular; Procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y para mujeres.

3) Dicha investigación no podría haber sido posible sin el apoyo y la colaboración de mi directora Dra. Silvia Elizalde, mi familia, mis amigos/as y los/as jóvenes estudiantes y los/as docentes de la comunidad educativa E.S.B Nº 8 seleccionada para este estudio. Un especial agradecimiento entonces a todos/as ellos/as por haber formado parte de este proyecto.


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