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Gastón Marmissolle. Grupo de Investigación en Formación Inicial y Prácticas Educativas (IFIPRACED) Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Para Claudio. El último estudiante que falleció mientras cursada sus estudios en la Unidad 2

A la infinita valentía de un niño que se llama Lautaro

Resumen

Este trabajo aborda algunas cuestiones que hacen al desempeño docente de quien suscribe como profesor del programa de Educación en Contextos de Encierro de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCPBA. El articulo toma como caso de ejemplo uno de los escenarios donde funciona el programa, la Unidad Penitenciaria N° 2 de la cual presenta algunas características generales. Luego se detiene en los propósitos de la educación universitaria en contextos de encierro para finalizar con algunas consideraciones sobre el rol que les asignamos a los estudiantes alojados en las unidades penitenciarias en articulación con algunas consideraciones didácticas que implementamos en este caso.

Palabras clave Universidad. Carcel. Educación

Abstract

This work addresses some issues that make the teaching performance of those who subscribe as a teacher of the Education in Context of Closure program of the Faculty of Social Sciences of UNCPBA. The article takes as an example one of the scenarios where the program operates, the Penitentiary Unit No. 2 of which presents some general characteristics. Then it stops at the purposes of university education in contexts of confinement to conclude with some considerations about the role that we assign to the students housed in the penitentiary units in articulation with some didactic considerations that we implemented in this case.

Keywords University. Prision. Education

gaston1Escribo estas líneas desde mi posición como docente del programa Educación en Contextos de Encierro de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCPBA. Desde esta posición tengo bajo mi responsabilidad el dictado y supervisión de estudiantes que alojados en las Unidades Penitenciarias N° 38 y 2 del Complejo penitenciario Sierra Chica y de la Unidad N° 52 de Azul quieran presentarse a examen a Introducción al Pensamiento Científico y/o Teorías de la Comunicación. Asignaturas en las que me desempeño como Jefe de Trabajaos Prácticos en la sede de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCPBA.

En los últimos años el trabajo más sostenido se ha llevado adelante en la Unidad Penitencia N° 2. Se trata de una cárcel de máxima seguridad perteneciente al complejo penitenciario de Sierra Chica que también se encuentra formado por una unidad de mediana y otra de mínima seguridad. Aloja aproximadamente a 1500 personas distribuidas en 12 pabellones. Al interior de la misma se pueden cursar los niveles educativos primarios, secundarios, superior no universitario y universitario.

La Unidad 2 es tristemente célebre por su motín del año 1996 en las que las escenas de canibalismo, asesinatos, secuestros (que incluyó hasta una jueza) se convirtieron en tema central de los medios de comunicación nacionales.

El paisaje cotidiano de esta unidad penitenciaria se caracteriza por el uso de la violencia física como forma de resolución de conflictos entre quienes allí se encuentran alojados como también por parte de las fuerzas de seguridad (Servicio Penitenciario Bonaerense) responsables de su cuidado.

El derecho, garantizado por ley, de los internos alojados en ella a servicios sanitarios, alimentos y elementos mínimos de higiene y limpieza se ve anulado en las prácticas cotidianas de la unidad penitenciaria. En este escenario el ejercicio del derecho a la educación pública de calidad no se ejerce sin desafíos cotidianos para todos los actores que se involucran en su cumplimiento.

UNIVERSIDAD Y CÁRCEL

La democratización de la Universidad requiere otorgar a todos los ciudadanos oportunidades reales, concretas y no sólo de palabra de comenzar y progresar en una carrera académica. Para ello no alcanza con abrir las puertas de la Universidad. Se trata de llevar la Universidad a lugares a donde no estaba. A personas a las que históricamente se les ha hecho creer que la Universidad no era para ellos. Democratizar la Universidad es, entonces, asegurar el cumplimiento del derecho al ingreso y permanencia a una educación pública de calidad.

Buena parte de los jóvenes a los que la oportunidad de ingresar a la Universidad se les niega de hecho pertenecen a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Aquellos que ni siquiera inician su escolaridad secundaria y muchas veces no terminan la primaria[1]. Se trata de jóvenes a los que el derecho a la educación se les niega por considerarlos impropios de lo que la ley intenta asegurar: su posibilidad de aprender los contenidos curriculares que el Estado considera indispensables para continuar sus estudios o ingresar al mundo del trabajo.

Aquellos a los que desde la más temprana infancia se les niega o dificulta el cumplimiento de sus derechos esenciales difícilmente puedan revertir esta condición en su juventud o adultez. Por el contrario, a medida que su vida prosigue la privación de sus derechos se consolida y aumenta.

Uno de los derechos que suelen perder estos sectores es el de su libertad ambulatoria. Lo pierden como castigo, como si ya no hubiesen tenido demasiado a lo largo de su vida, de los crímenes que cometen.

En los últimos años la población carcelaria no ha parado de aumentar, especialmente en los sectores jóvenes y de estratos socioeconómicos bajos. Los pobres no quedan excluidos, se los incluye e institucionaliza en circuitos formativos cualitativamente diferentes de los sectores medios y altos. Hogares de niños, escuelas para pobres, y cárceles suelen ser el marco institucional que caracteriza la biografía personal de muchos de los estudiantes que hoy asisten a la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires alojados en la Unidad Penitenciaria Número 2 del complejo penitenciario Sierra Chica.

Los estudiantes que se inscriben como ingresantes en las carreras que dicta la Facultad de Ciencias sociales de la UNCPBA en el complejo penitenciario Sierra Chica son personas que, en buen número, han finalizado su escolarización primaria y secundaria en establecimientos educativos ubicados al interior de las unidades penitenciarias.

ESTUDIANTES Y CONDICIONES DE ESTUDIO

La práctica docente es un proceso comunicativo (Freire, 2008; Martín Barbero, 2003) que como tal requiere de que cada uno de los participantes piense en quien es/son sus interlocutores para poder llevar adelante un proceso de intercambio de sentidos sobre los contenidos que se están tematizando en esa práctica educativa. De acuerdo a este enunciado uno de los primeros pasos que se siguen al comienzo de cada ciclo lectivo en la Unidad Penitenciaria N° 2 reside en pensar quienes son los estudiantes que se encuentran sentados en los pupitres de un aula y de una cárcel de máxima seguridad en simultaneo.

Entonces la primer tarea consiste en saber quienes son las personas que se encuentran en ese aula. Si bien esta pregunta es multidimensional no queda duda que buena parte de su respuesta requiere de conocer quien son, desde su propia perspectiva, los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales que se encuentran alojados en la Unidad 2. Según ellos se trata de “presos”, otros tal vez más duros consigo mismos se auto identifican como “delincuentes”. Sus causas judiciales los constituyen como sujetos que están alojados en ese lugar con determinadas jerarquías, culpas y posibilidades de desenvolvimiento. Son “chorros”, “violines”, “homicidas” y otro buen número de calificativos. Lo que tan amplia variedad de calificativos hace aparecer como lo más duro es aquello que no se nombra. Los “presos” no se reconocen como personas, no pueden pensarse como sujetos de derecho, lo que dificulta su propio reconocimiento como estudiantes universitarios. Este impedimento que pesa sobre la población carcelaria no constituye en absoluto su responsabilidad. Son las prácticas cotidianas de una institución carcelaria, de un poder judicial (del que dependen las instituciones carcelarias) y de muchas de las personas que se desenvuelven en el día a día carcelario quienes les hacen saber a los presos que son cualquier cosa, menos personas con derechos. Sumando a que, como señalamos con anterioridad, su propia biografía les negó desde la temprana infancia el acceso a los más mínimos derechos.

Los estudiantes de la UNCPBA alojados en la Unidad 2 son estudiantes. Y como tales merecen el mayor respeto por parte de sus profesores. Lo cual quiere decir considerarlos, valorarlos y acompañar sus procesos de aprendizaje de la manera más equitativa posible con respecto a lo que se realiza con los estudiantes que cursan las carreras que ofrece la Facultad de Ciencias Sociales en su sede. Para ello es necesario abandonar todo sentimiento de lastima para poder trabajar, junto con ellos, en la construcción de oportunidades concretas de superación de los requerimientos y exigencias que plantea la vida universitaria.

Construir condiciones equitativas de cursada para los estudiantes alojados en una unidad penitenciaria con respecto a los estudiantes que asisten de manera regular a la Facultad no implica repetir los mismos procedimientos de enseñanza aprendizaje como tampoco los dispositivos de evaluación. Se trata de construir oportunidades de aprendizaje acordes a las condiciones y recursos en las que se encuentran los estudiantes en contextos de encierro.

Los estudiantes del programa Educación en Contextos de Encierro solo pueden inscribirse en las asignaturas en condición de libres, no pueden acceder a la totalidad de clases teóricas y prácticas de cada una de las asignaturas como tampoco pueden conocer a todos los docentes que los evaluaran al momento de presentarse a los exámenes. Por ello mantener condiciones de equidad entre los estudiantes que se encuentran en contextos de encierro y los que cursan en la facultad requiere de adaptar sus condiciones de estudio a las posibilidades que les asigna su situación. Para ello hemos implementado una modalidad que consiste en preparar un examen escrito que los estudiantes realizan de manera individual y domiciliario con condición de aprobación obligatoria para acceder a una segunda fase del examen que consiste en un final oral frente a la mesa examinadora de la asignatura.

Siempre hemos acompañado la redacción del examen escrito por parte de los estudiantes que se encuentran en contextos de encierro. Valorar su trabajo, esfuerzo y dedicación nos obliga a construir condiciones de evaluación que no se sostengan sobre principios tales como el menosprecio o la subvaloración por su condición de detenidos y todo lo que ello conlleva. Para superar estas posibilidades hemos implementado la modalidad de que estos parciales son evaluados exclusivamente por el profesor adjunto de la asignatura quien no conoce a ninguno de los estudiantes antes de presentarse al examen oral.

El rol de la Universidad en la cárcel es colaborar en la construcción de verdaderas formas de superación, de aprendizaje e inserción social. Estamos convencidos que esa es la mejor forma de colaborar en que nuestros estudiantes tengan reales posibilidades de inserción social una vez finalizadas sus condenas.

 

BIBLIOGRAFÍA

Anabella Museri, Mariano Lanziano, Eva Asprella y Paula Litvachky. 2012. El modelo de la prisión depósito. Medidas urgentes en los lugares de detención en la Argentina en Centro de Estudios Legales y Sociales (2016) Derechos Humanos en la Argentina. Informe 2012. CELS Ediciones. Buenos Aires

Freire, Paulo. 2008. La educación como práctica de la libertad. Siglo XXI Editores. Buenos Aires.

Martin Barbero, Jesús. 2003. La educación desde la comunicación. Grupo Editorial Norma. Buenos Aires



[1] Sobre las características y variaciones en número de la población carcelaria en Argentina se sugiere ver los informes del Centro de Estudio Legales y Sociales.

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